martes, 29 de septiembre de 2009

¿ESTIMAMOS REALMENTE LA VOCACIÓN SACERDOTAL?


Este año celebramos el 150 aniversario de la muerte del Cura de Ars. Por este motivo Benedicto XVI lo ha proclamado Año Jubilar Sacerdotal para que todos los sacerdotes, ante el ejemplo de vida generosamente entregada a su ministerio del Cura de Ars, renueven interiormente el don del sacerdocio recibido para que su testimonio sea más fiel e incisivo.

Pero también este año es una ocasión propicia para que todos los fieles reflexionen sobre cómo están valorando la figura del sacerdote y su preocupación efectiva por el aumento de las vocaciones sacerdotales.


Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Palencia, nos ofrece un test que puede ser indicativo de nuestro aprecio por la vocación presbiteral.

1.- ¿Has rezado últimamente por tu párroco, por tu obispo o por el Papa?
a. Ni siquiera sé cómo se llaman.
b. En la Misa ya se suele pedir por ellos, y yo me sumo a esa petición.
c. Lo hago todos los días en mi oración personal.

2.- ¿Has abierto tu conciencia a un sacerdote, confiando en que pueda ayudarte en tus problemas?
a. Cada uno tiene que solucionar sus problemas.
b. "Cuatro ojos ven más que dos"... Siempre es conveniente escuchar y acoger los consejos de quien pueda ayudarnos.
c. La mayor ayuda que he recibido de un sacerdote ha sido cuando sus consejos venían unidos al perdón de Dios en el sacramento de la Confesión.

3.- Cuando entre tus amistades escuchas comentarios anticlericales...
a. He seguido la corriente, para no quedar mal.
b. Me he hecho el sordo, como si estuviese a otra cosa.
c. He dicho lo que pensaba, dando testimonio de mi fe.

4.- En un sacerdote veo...
a. Una "reliquia" del pasado.
b. Un "profesional" de la religión.
c. Un ministro de Dios; "otro Cristo" entre nosotros.

5.- ¿Cuántas veces has invitado al párroco a tu casa?
a. Al cura se le llama sólo cuando ha muerto alguien.
b. Cuando está la abuela con nosotros, suele traer la Comunión.
c. Varias veces... Me encantó cuando nos relató en una sobremesa la historia de su vocación.

6.- Cuando oyes a un sacerdote predicar...
a. Le atiendo dependiendo de sus cualidades oratorias.
b. Le escucho si el tema del que habla me resulta interesante.
c. Veo en él un instrumento por el que Dios me habla.

7.- Cuando se hace una colecta en favor de los seminarios...
a. "Los curas" están siempre pidiendo.
b. ¡Se pide para tantas cosas! ¡Una más!
c. Colaboro gustosamente, porque pienso que ninguna vocación debería frustrarse por falta de medios económicos.

8.- Cuando veo un sacerdote anciano en la Iglesia o por la calle...
a. Me viene a la cabeza que la Iglesia está de capa caída.
b. Lo importante es que diga la Misa rapidito.
c. Doy gracias a Dios por su fidelidad y por todo el bien que haya podido hacer.

9.- Cuando veo un sacerdote joven en el altar...
a. Desconfío de su inexperiencia. ¿Qué me va a decir a mí?
b. Le observo a ver cómo lo hace, y le "califico".
c. Doy gloria a Dios por su vocación y le encomiendo intensamente.

10.- ¿Cómo reaccionarías si tu hijo te dijese que quiere ser sacerdote?
a. Le preguntaría a ver si se ha vuelto loco, y le recordaría que tenemos que conservar el apellido.
b. Le pediría que se lo pensase bien y que primero haga una carrera universitaria.
c. Me llevaría una de las alegrías más grandes de mi vida, y le apoyaría plenamente.

11.- ¿Le has planteado a algún niño, adolescente, o joven, la posibilidad de ser sacerdote el día de mañana?
a. Yo no me meto en líos. Allá cada uno con su vida.
b. Soy de la opinión de que hay que valorar todas las vocaciones, aunque sean diferentes a la nuestra.
c. Sí que me he fijado en alguien concreto, y rezo por él... Un día de estos se lo "dejaré caer".

12.- ¿Qué piensas de la expresión del Santo Cura de Ars: "El sacerdote es el amor del Corazón de Jesús"?
a. Me parece un espiritualismo desencarnado.
b. Pienso que eso sólo se podría decir de algún cura santo.
c. Creo que es exactamente así, aunque "lleven este tesoro en vasijas de barro" (2 Co 4, 7).

Evaluemos qué tal te ha ido:
Si la letra "a" aparece en la mayoría de tus respuestas..., me sorprende que este test haya llegado a tus manos; pero le doy gracias a Dios de que así haya sido, para poder decirte como sacerdote que soy, que Dios te quiere con locura y que espera de ti una respuesta de amor.
Si a la mayoría de las preguntas has respondido con la "b", me gustaría decirte que no estás disfrutando de los tesoros que Dios te ofrece por medio del sacerdocio.
Pero, si la letra "c" es la tuya... entonces te digo que no dejes de rogar a Dios por la santificación de los sacerdotes y por el aumento de vocaciones sacerdotales, porque estoy segurísimo, de que, a ti, Dios te va a escuchar.

sábado, 19 de septiembre de 2009

LA CRUZ, CAMINO DE LA TIERRA AL CIELO


Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), de Escritos Espirituales (BAC)


Ave Crux, spes unica! El mundo está en llamas. El incendio puede alcanzar también a nuestra casa. Pero en lo alto, por encima de todas las llamas, se eleva la Cruz. Ellas no pueden quemarla. Ella es el camino de la tierra al cielo. Quien la abraza con fe, con amor y esperanza, es llevado hasta el seno de la Trinidad.

El mundo está en llamas. ¿Deseas apagarlas? Mira a la Cruz. Desde el corazón abierto brota la sangre del Redentor. Ella apaga las llamas del infierno. Haz libre tu corazón con el fiel cumplimiento de tu profesión, entonces se derramará en tu corazón el caudal del Amor divino hasta inundar y hacer fecundos todos los rincones de la tierra.

¿Oyes el gemir de los heridos en el campo de batalla del Este y del Oeste?

Tú no eres médico, ni enfermera, y no puedes vendar sus heridas.

Tú estás encerrada en tu celda y no puedes alcanzarlos.

¿Oyes la llamada agónica de los moribundos?

Tú quisieras ser sacerdote y estar a su lado.

¿Te conmueve el llanto de las viudas y de los huérfanos?

Tú quisieras ser un ángel consolador y ayudarles. Mira al Crucificado.

Unida a Él eres omnipresente como Él. Tú puedes ayudar como el médico, la enfermera o el sacerdote aquí o allí. En el poder de la Cruz puedes estar en todos los frentes, en todos los lugares de aflicción; a todas partes te llevará tu amor misericordioso, el amor del corazón divino, que en todas partes derrama su preciosísima sangre, sangre que alivia, que santifica y que salva.

Los ojos del Crucificado te están observando, interrogándote y poniéndote a prueba. ¿Quieres sellar de nuevo y con toda seriedad la alianza con el Crucificado? ¿Cuál será tu respuesta?

Señor, ¿a dónde iremos? Tú sólo tienes palabras de vida eterna. Ave Crux, spes unica!

jueves, 17 de septiembre de 2009

EL CRUCIFIJO


Por Monseñor Demetrio Fernández, obispo de Tarazona (de Zenit.org)

Cuando se quiere quitar de la plaza pública a Dios, cuando se quiere prescindir de Dios, como si Dios fuera un estorbo, cuando se quiere arrancar del corazón de nuestro niños y jóvenes a Jesucristo, se quita el crucifijo de la escuela, de los hospitales, de todo ámbito de la vida pública.

El 14 de septiembre celebra la Iglesia la fiesta de la santa Cruz. "La señal del cristiano es la santa Cruz, porque en ella murió nuestro Señor Jesucristo para redimir a todos los hombres", dice el catecismo de la Iglesia. La cruz inicia y corona todas las obras cristianas, la cruz corona nuestros templos, preside nuestra mesa de estudio, la llevamos colgada en el pecho. Al entrar en un templo, cuando vemos pasar una imagen sagrada, cuando oramos por un difunto, nos hacemos la señal de la cruz. La cruz es el símbolo del cristianismo, es la señal de cristiano.

Por eso, cuando se quiere quitar de la plaza pública a Dios, cuando se quiere prescindir de Dios, como si Dios fuera un estorbo, cuando se quiere arrancar del corazón de nuestro niños y jóvenes a Jesucristo, se quita el crucifijo de la escuela, de los hospitales, de todo ámbito de la vida pública.

Quienes pretenden quitar el crucifijo argumentan con razones de laicidad. Dicen que si el espacio público es de todos, Dios no debe aparecer por ningún lado, porque en la vida pública en la que hoy nos encontramos hay creyentes y no creyentes, hay cristianos y musulmanes, hay creencias e increencias de todo tipo. Sin embargo, esa laicidad, que tiene que suprimir a Dios para afirmarse a sí misma, es una laicidad sin futuro, es una laicidad que no hace bien al hombre. Es una laicidad que tiene que arrasar toda una historia, unas costumbres, una cultura, que es cristiana en sus raíces y en sus expresiones.

Que el Estado es laico quiere decir que oficialmente no confiesa ninguna religión, pero al mismo tiempo favorece la religión de sus ciudadanos, porque considera la religión como un bien para el hombre, para los ciudadanos a los que sirve. Pero cuando suprime todo signo religioso, adopta una postura directa de ataque a lo religioso, que contradice la sana laicidad. Un Estado verdaderamente laico respeta las creencias y convicciones de sus ciudadanos, las favorece y las apoya siempre, porque la religión es una dimensión fundamental de la persona. Cuando, por el contrario, ataca las convicciones religiosas de sus ciudadanos (sean los que sean), deja de ser un Estado laico para convertirse en un Estado confesionalmente ateo. Porque sólo a los ateos les molesta Dios y los signos religiosos

En España, nos encontramos con una situación de verdadera persecución religiosa solapada, con este y con otros muchos hechos concretos. Es una persecución que recorta la libertad religiosa, particularmente la libertad de los católicos, porque a otras religiones quizá no se atrevan a perseguirlas por lo que pueda pasar. Se está gestando la nueva ley de libertad religiosa. A ver por dónde sale, pero, con estos preámbulos, nos tememos lo peor, sobre todo en el ámbito de la objeción de conciencia.

Curiosamente, en estas circunstancias, aparecen testimonios muy elocuentes de católicos coherentes, que respetando todas las leyes, plantan cara a esta persecución solapada, y tienen una eficacia insospechada. Ha sido la postura del alcalde de Baena, que se ha negado a retirar el crucifijo del ayuntamiento que preside, y es la postura de tantas personas que no esconden ni disimulan su condición de católicos convencidos. Es momento de dar la cara. Quizá necesitamos que nos pinchen para reaccionar positivamente. Toma un crucifijo en tus manos, cuélgalo en tu pecho, llévalo siempre contigo. La señal del cristiano es la santa Cruz. Teniendo a Jesucristo, lo tienes todo. No te avergüences nunca de ser discípulo suyo. Con su ayuda y su evangelio, y sólo así, podrás mejorarte a ti mismo y podrás construir un mundo mejor.

martes, 8 de septiembre de 2009

NO ES ABORTO TODO LO QUE RELUCE EN HOLLYWOOD


Una lectora de este blog me ha enviado este artículo que muestra cómo en Hollywood no es aborto todo lo que reluce.


Jim Caviezel: "No amo tanto mi carrera como para permanecer callado ante el aborto"

El actor hace frente al lobby proabortista en Hollywood: "Estoy a favor de ayudar a las mujeres. Pero no veo que el aborto las ayude... Defiendo a todos y cada uno de los niños que no han nacido".

REDACCIÓN HO.- El movimiento provida cobra nueva fuerza en Estados Unidos. Y es que, desde la célebre sentencia Roe vs Wade en 1973, en Estados Unidos han sido eliminados casi 52 millones de niños. Las graves consecuencias del aborto y las medidas que lo fomentan adoptadas por la
Administración Obama, comprometiéndose con el aborto libre y restaurando su financiación internacional y en vez de buscar y apoyar las alternativas en apoyo del no nacido y de la mujer embarazada, son factores que están moviendo a la reflexión y a la rectificación de muchos, cuando no a afianzar valientemente el compromiso personal con la vida en ambientes difíciles. Uno de esos escenarios es la llamada Meca del cine, Hollywood.

El actor estadounidense, muy alabado como interpretaciones como la de su papel de Jesucristo en La Pasión de Mel Gibson, Frequency (2000), Déjà vu (2006) o series como El conde de Montecristo (2002), ha vuelto a mostrar a las claras su compromiso con la vida:

"No amo tanto mi carrera como para permanecer callado ante esto". Así de claro se muestra Jim Caviezel, a punto de cumplir los 41 años, en la entrevista concedida a revista Catholic Digest. El actor norteamericano, nacido en 1968 en Mount Vernon (Washington), se muestra igualmente claro al declarar:
"Estoy a favor de ayudar a las mujeres. Pero no veo que el aborto ayude a las mujeres... Defiendo a todos y cada uno de los niños que no han nacido".

Caviezel ya reveló hace tiempo, en otra entrevista recogida por la agencia LifeSiteNews.com, cómo adoptó junto a su esposa Kerri a dos niños chinos con serias discapacidades. Relató entonces también que decidieron tomar "el camino difícil", venciendo incertidumbres, pero como su matrimonio ha recibido numerosas bendiciones gracias a estos hijos. El actor se animó a revelar este hecho para alentar a las familias a considerar la adopción.

Laicismo
Por otra parte Caviezel es un buen conocedor del poder del lobby laicista en Hollywood: lo padeció en primera persona durante el rodaje y exhibición de La Pasión .

Respecto a su fe, el actor defiende además en la entrevista que un cristiano debe ser coherente con su fe a pesar de los riesgos que ello implique: ·"No tienen ningún valor ir a misa el domingo si no aplicas a tu vida diaria lo que allí aprendes", añade.

viernes, 4 de septiembre de 2009

EN ESPAÑA ESTÁ NACIENDO UNA TERRIBLE RELIGIÓN

Dentro de poco veremos arrancar la Cruz de los lugares públicos de España porque está naciendo una terrible religión, y ante ella no hay libertad, sólo imposición, intolerancia y tiranía: es el laicismo confesional que margina de la vida pública cualquier signo religioso. La serpiente ya está dejando su huevo.

El laicismo es una religión inmisericorde con Dios porque lo arrincona en los arrabales de lo privado… No tiene derecho a circular por la vía pública, es un apestado.

El laicismo es una religión dictatorial que no permite la convivencia normalizada de las religiones que tienen Dios , ¿o sólo es intransigente con la religión cristiana porque sabe que responde al odio con amor?.

El laicismo es una religión destructora del pasado porque no admite las raíces cristianas de un pueblo, de una nación. Y una comunidad humana sin raíces está muerta. El laicismo es una religión asesina que devora lo mejor de un pueblo: la historia, la cultura, la nobleza y la presencia de Dios.
El laicismo es una religión que al escupir sobre la Cruz, Árbol de Vida, manifiesta que no la tolera y por eso fomenta tantas clases de muerte.
El laicismo es una religión que quiere acabar con la Cruz porque no soporta un Amor que se entrega hasta el final, abriendo los brazos para ofrecer siempre el perdón redentor. El laicismo es una religión que odia la Cruz porque muestra al Crucificado.
El laicismo quiere expulsar la Cruz de la vida pública, pero ¿por qué, si sólo Satanás es el único que no puede ni ver, ni soportar la Cruz?.

Te propongo este hermoso poema de León Felipe para reparar tanto desprecio a la Cruz de Cristo.

UNA CRUZ SENCILLA
Hazme una cruz sencilla,
carpintero...
sin añadidos
ni ornamentos...
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos...
sencilla, sencilla...
hazme una cruz sencilla, carpintero.
MSV

jueves, 3 de septiembre de 2009

UNA VOZ LLENA DE LUZ


Me ha dado mucha alegría encontrar en mi correo electrónico este pequeño artículo sobre una ilicitana, amiga mía, que además de cantar bien se toma en serio a Jesucristo. Creo que este texto refleja en parte la labor tan hermosa que ella está realizando. Hay gente que con facilidad destruye. Otras personas, como Olga, construyen.


No hago música para mí, la hago para Dios”, afirma cantante católica española Olga Martínez
Por Romer Bastardo

Publicado por Equipo Apostolico de Jóvenes on, jueves 27 de agosto de 2009

“Al ver la alegría que producía en las personas que escuchaban mis primeras producciones musicales, me animó a crear más piezas”, expresó Olga Martínez en una entrevista exclusiva concedida a Radio Kerigma Venezuela.

La cantautora española de 30 años de edad es reconocida en su ciudad natal Elche, por su calidad vocal y sensibilidad social. Dedica gran parte de su tiempo a visitar instituciones educativas para llevar valores humano-cristianos a los niños y niñas.

La artista católica lleva a cabo el Proyecto Encántame, una iniciativa que tiene el objetivo de llevarles un mensaje esperanzador a cientos de infantes escolarizados. “Les cuento mi testimonio, les canto, le hablo de la fe y les animo a creer en ellos mismos” acotó Martínez hablando de su experiencia.

En la actualidad Olga Martínez está comprometida con la causa pro-vida y rechaza la violencia de género. El tema “Ella” del CD Despierta a la Vida, es una muestra de ello que presenta una especie de dialogo entre un niño en el vientre materno y su madre.
“No hago directamente música religiosa, produzco temas con valores porque es una manera de llegar a más público. Mi misión es dar “un masajito en el corazón” a tantas personas que lo necesitan”, puntualizó a la estación online.

Entre sus más recientes trabajos tiene la interpretación del Himno de los Mercedarios con Fray Nacho, reconocido religioso dedicado al canto en España.La solista tiene en su haber tres producciones discográficas, “A ti”, “Contigo” y “Despierta a la Vida”, este último compila algunas pistas anteriores y agrega otros inéditos.

Olga Martínez alimenta su relación personal con Jesús en un dialogo abierto, intenta vivir su cita diaria con la eucaristía, una vez al mes recurre a la confesión sacramental y busca hacer con frecuencia ejercicios espirituales.

Abrazó la fe con compromiso apostólico después de haber sido intervenida quirúrgicamente. “Si Dios me dio este talento a El se lo entrego”.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

PREGON DE LAS FIESTAS DE SANTA POLA 2009


Este es el texto íntegro del Pregón que con motivo de las fiestas de Santa Pola dedicadas a su Patrona, la Virgen de Loreto, pronuncié la noche del 31 de Agosto en el Castillo de Santa Pola.


Ilmo. Sr. Alcalde, Sra. Concejal de Fiestas, Miembros de la Corporación Municipal, Patrón Mayor, Autoridades Locales (Guardia Civil y Policía Municipal), querido párroco y amigo D. José, hermanos sacerdotes D. Antonio y D. Juan, Sr. Alcaide del Castillo Fortaleza, Sra. Presidenta de La Asociación Festero Cultural de Moros y Cristianos, Sra. Presidenta de La Unió de Festers, sultanes, capitanes, abanderados y Cargos representativos de la distintas comparsas, D. Manuel Martínez Monera, pregonero de las fiestas 2008, Reina y Damas de nuestras Fiestas Mayores, Reina y Damas de la Tercera Edad, vecinos todos y amigos que esta noche estáis en este recinto del Castillo de Santa Pola. Buenas noches, y gracias por vuestra presencia.

Las fiestas en Santa Pola ya están preparadas. Todo está a punto. Las calles engalanadas. Los cargos festeros nombrados. Y ahora el pregonero os anuncia a todos que va a empezar un tiempo nuevo: tiempo de alegría y diversión; tiempo de dormir poco y de mucho regocijo; tiempo de música, de baile y de plegaria. Porque comenzamos ya las fiestas patronales de este año 2009 en honor a la Virgen de Loreto.

Este año, el Sr. Alcalde y la Corporación Municipal, me han regalado la posibilidad de pregonar nuestras fiestas. Muchas gracias, Sr. Alcalde y querido Ayuntamiento de Santa Pola, por este inmerecido don. Muchas gracias, y a todos os pido perdón de antemano si me cuesta expresar con palabras los mil y un sentimientos que esta noche intentarán salir desde lo más profundo de mi ser sin orden ni concierto, como un torrente que se resiste a ir por un cauce concreto. Es muy difícil tejer un vestido de palabras al amor que sientes por tu pueblo. El vestido siempre se queda corto, porque el amor no deja ni un instante de crecer.

Desde el principio de este pregón quiero tener presente a la Virgen de Loreto. Desde aquí espiritualmente me uno a Ella. Y siento que la Madre me corresponde dándome un fuerte abrazo, rodeándome con las murallas de este querido castillo nuestro.

Para preparar estas palabras he querido pasar tiempo muy cerca de Ella, porque la Virgen conoce perfectamente el alma de este pueblo. Cada día, cada noche, muchos de los que viven aquí pasan ante Ella, y le hablan, y Ella los escucha. Escucha palabras de queja y de súplica. Escucha palabras de alegría y de acción de gracias. Escucha proyectos forjados por la ilusión de unos recién casados, o la buena noticia de que un niño está empezando a formarse dentro de una madre. Escucha los desvelos de unos padres por sacar adelante su familia, y la esperanza que el nuevo puesto de trabajo ha sembrado en el corazón de una joven. La Virgen conoce el alma de nuestro pueblo y, sólo si estamos cerca de Ella, podemos comprender mejor nuestras fiestas, y vivirlas con una desbordante alegría exterior e interior.

Quiero dedicar este pregón a Santa Pola, de un modo muy especial a mi madre, que está aquí presente, y a mi padre, que desde la otra orilla de la vida también me estará contemplando. Ellos me hicieron descubrir mi identidad de cristiano y santapolero.

Santa Pola, pueblo mío, has sido la tierra buena en la que Dios me ha sembrado… Y con el paso del tiempo, poco a poco, me he ido dando cuenta, de que has sido ese manantial fresco y generoso que ha regado –con su alma hecha de personas y tradiciones- mi niñez, mi adolescencia y mi juventud… llenándome de vida y, lo que es mejor, llenando de ilusión mi vida.

Quiero esta noche hablar de ti, Santa Pola, ante estas personas que están aquí presentes. Muchas de ellas te pertenecen de nacimiento, otras por elección, pero todas son tuyas por el afecto que te tienen.

Quiero esta noche hablarte, Santa Pola, y pido a Dios que cada una de las letras de este pregón, cada uno de los silencios y de las emociones de este pregón, se extienda por tus calles, Santa Pola, y atraviesen muros y paredes, para descansar en el corazón de tus gentes, como vitamina espiritual que ilumine la esperanza en los rostros.

Quiero que la Virgen de Loreto, lleve con celeridad, con premura, cada una de las palabras de este pregón, hasta las familias que están heridas por la pérdida de un ser querido, la enfermedad, un conflicto familiar o económico… Y que Ella transforme cada una de mis palabras en bálsamo que cure, en aceite que fortalezca, y en luz que venza la tiniebla del sufrimiento. Me gustaría que cada una de mis palabras y mis silencios fueran destellos de una alegría que transfigure cualquier situación de dolor en gozo de fiesta.

Y a partir de unos minutos, cuando termine este pregón, tus calles y plazas, Santa Pola, se transformarán en rincones de un gran hogar, del gran hogar que eres tú, pueblo mío. Y durante las fiestas todos respiraremos, saborearemos, compartiremos con más intensidad, todo aquello que nos une, todo aquello que nos configura como comunidad, como pueblo: nuestras raíces, nuestra tradiciones y costumbres, hechas de fiesta expansiva y fe; de esa fe que hemos heredado de nuestros mayores, de esa fe que ha llegado hasta nosotros transmitiéndose de generación en generación. Por unos días todos, en Santa Pola, sólo veremos en el otro un hermano, uno que tiene el mismo amor a esta tierra bañada por el Mediterráneo, una tierra rodeada de sol y mar, de sal y de sierra…


Los seres humanos necesitamos hacer fiesta. Es verdad que lo cotidiano es importante. Es verdad que la fidelidad a nuestros compromisos diarios es importante. Es verdad que para un creyente, cada instante de su vida diaria, tiene entrañas de eternidad. Es verdad que la vida de todos los días es importante. Pero a veces necesitamos también dejar a un lado, por unos días, lo ordinario, lo cotidiano, lo corriente, y hacer fiesta. Necesitamos la fiesta para volver a recordar que nuestro destino, nuestra meta es poseer una alegría que no tendrá fin. Porque hemos nacido para la alegría eterna.

A punto de estrenar las fiestas de este año, estamos abriendo los ojos de par en par para llenarnos de la alegría del color de las calles engalanadas, de los vistosos trajes de los moros y cristianos, de las comparsas y carrozas que desfilarán el día 6, y de las flores que serán ofrecidas a la Virgen el día 7.

Queremos tener los ojos abiertos a la alegría de la luz que llegará hasta nosotros, de mil formas, en las noches de los fuegos artificiales, y en esas velas que alumbrarán en la procesión la imagen pequeñita de nuestra Patrona.

Queremos tener muy abiertos los oídos para que el sonido de la alegría inunde nuestra alma y la haga emocionar: sonidos de marchas y motetes, sonidos de serenatas a la Virgen y de verbena. Sonidos de cohetes y mascletá. Sonidos de saludos y parabienes. Sonidos de voces amigas y de otras que empezarán a serlo.

En estas fiestas queremos tener los sentidos del gusto y del olfato bien abiertos para que, compartiendo alegremente la mesa con los amigos, estrechemos con más fuerza los lazos que nos unen. Porque nuestras fiestas no se entienden sin los placeres culinarios compartidos con los que amamos: las tapas, “putxero amb tarongetes”, los helados, y el olor a gofre y a pólvora.

Y también queremos tener despierto el sentido del tacto para no ser insensibles ante los sentimientos de los demás, y saber alegrarnos con los que están alegres. Y saber corresponder con afecto a las muestras de cariño que los otros nos brindan. Porque nuestras fiestas son fiestas de abrazos y besos.

El ser humano necesita la fiesta para volver a recordar que ha nacido para la alegría interminable.

Pero fijaos, la alegría nos parece que viene de fuera (luz, sonido, sabor, olor, tacto), pero esto no es totalmente cierto. En el fondo hacemos fiesta porque nos sentimos amados. Hacemos fiesta porque, por dentro, somos conscientes de que alguien nos quiere de un modo incondicional, para siempre, en toda circunstancia, en toda situación, en todo momento.

Podemos hacer fiesta porque nos sentimos amados. Por eso, la alegría de la fiesta esencialmente no viene del exterior –el exterior nos ayuda- sino del interior, de nuestro corazón. De sentirnos queridos.

Y fácilmente comprendemos que esta es la razón por la que, en estos días vienen a nuestra mente, y a nuestro corazón, esas personas que nos han querido intensamente, pero que ya no están sensiblemente entre nosotros. En estos días recordamos, con cariño, a familiares nuestros, amigos nuestros, que ya nos dejaron, o sencillamente están lejos, y este año no pueden compartir las fiestas con nosotros.

Hacer fiesta es expresar exteriormente el gozo interior por sentirnos amados. Pero los únicos que nos aman de un modo absoluto, sin condiciones y para siempre son Dios, y también su Madre, la Virgen de Loreto. Por este motivo el elemento religioso, trascendente, es imprescindible para que la alegría de la fiesta sea completa… Podemos decir que lo religioso penetra cada uno de los demás elementos –lo cultural y lo lúdico- y los reviste de una profundidad mayor.

Pero ¿por qué nos gustan tanto nuestras fiestas?. ¿Por qué estamos a gusto en ellas?. Encontraremos múltiples motivos, pero uno de ellos, tal vez el más importante, es porque estas fiestas nos han acompañado desde nuestra niñez. Han crecido con nosotros dejando en nuestra vida su huella indeleble. Quisiera que todos los que estamos aquí hiciéramos ahora un esfuerzo por recordar… ¿Desde cuando eres consciente de vivir las fiestas? ¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de estos días?. Quiero ayudaros a evocar ese instante compartiendo brevemente con vosotros los primeros recuerdos que tengo de estas fiestas.

Hasta los 10 años, tu eras mi mundo, Santa Pola.

En mi infancia la tierra tenía para mí, los límites que a ti te envolvían. Lo más alto, el Calvario y el depósito del agua. Lo más lejano, el barranco de Catarra y los ingenieros, y Playa Lissa. Tus calles eran mi zona de juegos, muchas de ellas sin asfaltar, donde los niños forjábamos con un palo y mucha imaginación un sin fin de aventuras, traduciendo a nuestro lenguaje y a nuestros medios la última película de romanos o del oeste que habíamos visto el domingo en el Chapí. Tus calles, Santa Pola, eran el escenario de nuestras carreras, de nuestro ir tras el balón, despreocupados, porque los coches en los 60 todavía no amenazaban nuestros juegos callejeros. Hasta los 10 años, Santa Pola, fuiste mi único mundo.
Un mundo que se acababa en el mar… Ese mar que en verano era nuestro amigo, nuestro cómplice, un compañero más que compartía con nosotros lo mejor que tenía dentro, la posibilidad de forjar nuevas aventuras. Tu mar, Santa Pola, nos ofrecía alicientes nuevos para seguir inventando historias de barcos y naufragios, de piratas y corsarios, siempre bajo la atenta mirada de la madre o la hermana mayor que vigilaba nuestra lejanía de la playa. Ese mar que en verano era nuestro amigo, en invierno se volvía serio y, aliado con el clima y tus costumbres, Santa Pola, mantenía con nosotros sus distancias, hasta que a finales de mayo o principios de junio, de nuevo, nos llamaba para seguir esparciendo en él la alegría de nuestra niñez.

Hasta los 10 años, Santa Pola, fuiste mi único mundo. Y durante esos años te metiste para siempre tan dentro de mí que allí donde he estado y he vivido después, he seguido viendo tus calles; he seguido notando la brisa de tus noches frescas y, sobre todo, he seguido viendo los rostros de todos aquellos que inseparablemente me unieron a ti.

Hasta los 10 años, Santa Pola, fuiste mi único mundo. Y los niños notábamos que se acercaban las fiestas patronales porque dos acontecimientos introducían una novedad en lo cotidiano del verano: uno trivial y otro significativo e importante.

El acontecimiento trivial: las calles principales se llenaban de bombillas, y nos gustaba que esas nuevas luces, pequeñitas pero numerosas, vencieran unidas a las solemnes farolas que durante las cuatro estaciones alumbraban las calles de nuestros juegos. Las nuevas luces anunciaban nuevos días: los días de la “vaca”, días de carreras de cintas, días de gymkhana en la glorieta donde todos reíamos las pruebas más insólitas que tenían que sufrir los concursantes; días de comidas especiales y de helados de nuevos sabores y un poco más caros; tardes de marionetas donde todos los niños, a una sola voz, avisábamos al bueno de la amenazante cercanía del malo, que quería zurrarle a palos; tardes de carrozas, ofrenda y procesión; noches de cohetes y música; días de mascletá, de más Glorieta, más muelle y más castillo. El adorno de las luces nos evocaba a nosotros, los niños, todas esas novedades que los próximos días traerían consigo, como siempre, como cada año.

El otro acontecimiento, más trascendental, más importante, constituía para muchos de los niños el pregonero real de tus fiestas, Santa Pola: el anuncio de la llegada del padre pescador. Después de 6 ó 9 meses faenando en el mar, “en los calamares” oíamos decir a la madre, el padre se iba acercando ya a Santa Pola. En Navidad no siempre los pescadores venían a casa, pero sí lo hacían en las fiestas patronales. Sólo una fuerza mayor (algún problema en el motor o en las redes, o una pesca muy escasa) podía impedir esta cita de los pescadores con su Patrona. Si durante las fiestas paseabas por el puerto, podías ver en él a casi todas las embarcaciones de Santa Pola. Y entonces sentías el orgullo de pertenecer a un pueblo que tiene una de las flotas pesqueras más importantes del Mediterráneo –si no es la más importante-, y también sabías que en las casas de muchos de tus amigos las fiestas de ese año iban a ser realmente fiestas. El padre estaba llegando del mar.

En casa del pescador se vivía esta espera con cierto nerviosismo: parecía que todo estaba preparado, pero siempre faltaba algo por hacer para que los que venían de la mar se encontraran a gusto. La madre intentaba arreglar la casa con más detalle. Durante semanas había estado confeccionando su vestido para las fiestas. También había estado preparando los nuestros, porque dentro de poco el centro de gravedad se desplazaba a otro lugar. Los hijos nos dábamos cuenta perfectamente de esto. Dejábamos de ser el foco de sus preocupaciones, y éste era ocupado plenamente por el marido que regresaba. De vez en cuando, cuando las travesuras y las riñas entre hermanos eran frecuentes, un “preparevos. Su diré al papá cuan vinga…” nos frenaba un poco, aunque sabíamos por experiencia que cuando el padre llegaba nunca le decía nada.

La llegada del padre al puerto era lo que realmente introducía las fiestas en un hogar de pescadores. Durante la espera, los hijos forjábamos en la mente mil temas para hablar con el padre, pero cuando lo veíamos saltar a tierra, todo lo preparado se caía al mar. Cuando uno es pequeño y hace tiempo que no ha visto a su padre, cualquier adorno nuevo, cualquier detalle añadido que el padre tuviera en el rostro, dificultaba su identificación: una barba de varias semanas, un pelo más largo o más corto de lo normal, un poco más de grasa en la cara como consecuencia de algún percance en la sala de motores, o una ropa de faena excesivamente gastada…. todo se confabulaba en contra de la memoria: no era así como recordábamos a nuestro padre. Pero al saltar al muelle y contemplar cómo besaba con fuerza a la madre, y al sentir su cariño al abrazarnos, éramos conscientes de que, en medio de lo accidental, la esencia del padre estaba allí: su ternura, su preocupación por nuestras cosas, su mirada gratificante, la alegría que experimentaba al ver nuestros progresos… todo esto era sus auténticas señas de identidad. Nos hacía mil preguntas sobre nuestra vida: cómo nos portábamos en casa, si ayudábamos, cómo íbamos en el trabajo o en el estudio, si habían ya empezado las fiestas… El camino del puerto a casa se configuraba como una tertulia itinerante donde con más desorden que concierto, los temas de la familia y del pueblo se iban hilvanando, interrumpidos frecuentemente por los cruces de saludos y abrazos de los amigos con los que nos encontrábamos en el trayecto. Hasta que llegábamos a la Glorieta y al Castillo… que eran como el corazón del pueblo… Entonces el padre notaba ya que estábamos en fiestas…

Recuerdo mis tardes con mi padre viendo la vaca desde la muralla del Castillo. Una muralla repleta de gente que gritaba, se reía o sencillamente aplaudía. Recuerdo las noches en la terraza de casa, con toda mi familia, viendo cómo se llenaba el oscuro cielo de mil colores de artificio que al instante desaparecían. Recuerdo la procesión de la Virgen… y mucha gente alumbrando… y muchos amigos míos con sus padres pescadores acompañando a la Virgen de Loreto. Hombres forjados en mil mareas, en esos momentos, con los ojos llenos de niñez, contemplaban con sus hijos, la imagen de la Patrona.

Muchos amigos míos, con sus padres pescadores, alumbraban a la Virgen. Y quiero tener un recuerdo especial para ellos, para mis amigos de juegos infantiles, para mis amigos que compartieron conmigo pupitres y patios del “Virgen de Loreto”. De gran parte de ellos me separé a los 10 años cuando me fui al Instituto de la Asunción de Elche…Y quiero recordarlos porque algunos, los más frágiles y los más inocentes, nos dejaron en la década de los 70 y 80, cuando unos políticos, jugando a aprendices de brujo, lanzaron el grito de “¡legalicemos las drogas blandas!”… y aquellos jóvenes santapoleros fueron heridos por el mal… Y durante años Santa Pola lloró a sus hijos… Y durante años familias enteras vivieron las fiestas transidas de dolor. Tenía miedo de llegar a este punto del pregón… porque el pregón se confecciona para abrirnos a la alegría, pero tenía claro desde el principio que quería recordar a estos amigos míos que ya no están… y que compartieron tantas fiestas conmigo. Tenía miedo de llegar a este momento, pero era necesario recordarlos en un ambiente como este, ante la Patrona, las autoridades y todos vosotros… para que el recuerdo se convierta en plegaria, y las fiestas nos abran a todos: a los que están ahora y a los que estuvieron entonces.

Ofrezcamos por aquellos jóvenes las fiestas de este año. Que todos los instantes de alegría y de gozo, de jolgorio y charanga, de ofrenda y procesión, sean para que ellos estén haciendo fiesta en la casa del Padre, contemplando el rostro materno de la Virgen de Loreto. Que este año las fiestas sean más fiestas. Que este año la alegría sea más alegre. Que este año los abrazos nos abracen con más fuerza, porque queremos que ésta sea nuestra ofrenda a aquellos que se fueron de nuestro pueblo siendo todavía jóvenes…, muy jóvenes.

A partir de los 10 años mi mundo se hizo más grande. Elche amplió mi mente y mis sentimientos. La adolescencia y la juventud me hicieron conocer aspectos de las fiestas que en la niñez pasaban desapercibidos: las verbenas con cantantes famosos, los primeros cubalibres, el regresar más tarde a casa…y una súplica a la Virgen el día de su fiesta: que ante el futuro que tenía delante, me mostrara qué camino debía tomar en la vida.

Con el tiempo la senda se fue dibujando, y los rayos de la vocación sacerdotal disiparon la neblina de las dudas e incertidumbres. Y en las fiestas del 77, con la ofrenda de una mirada, encomendé a la Virgen la aventura que dentro de unas semanas comenzaría en el Seminario de Orihuela.

Ya veis cómo las fiestas de Santa Pola han inundado de luz mi vida. Estas fiestas que hoy estrenamos encierran siempre tesoros que, sólo con la perspectiva del tiempo, se revelarán en toda su riqueza.

Las fiestas de nuestro pueblo han ido mejorando a lo largo de su historia. Cada año introduce novedades que perfeccionan lo anterior. El libro de fiestas de este año es una prueba de ello. Pero la esencia de la fiesta no cambia, siempre es la misma: un pueblo que, consciente de su identidad, durante unos días bebe con avidez en el manantial que la ha dado la vida: sus raíces, sus tradiciones y su fe.

Y ya termino. Y quiero hacerlo con la fórmula clásica. “Por orden del señor Alcalde, se hace saber a todos los habitantes de este pueblo que las fiestas patronales dedicadas a la Virgen de Loreto empiezan hoy. Que todos los que en estos próximos días vivamos en Santa Pola saquemos a nuestras calles lo mejor que tenemos dentro. Que aparquemos durante las fiestas odios y rencores, divisiones ideológicas y políticas, para compartir nuestro amor a la Virgen y al pueblo de Santa Pola. Y si es posible, que todo lo que aparquemos lo olvidemos para siempre, y así todos los días del año serán reflejo de la alegría y gozo de estas fiestas. A aquellos que no estén dispuestos a alegrar la vida de los demás, que se les ponga una multa, o mejor, que se les penalice con un “dejarse querer” por los que vamos a vivir intensamente las fiestas”.

Os deseo a todos unas felices fiestas patronales. ¡Viva la Virgen de Loreto!. ¡Viva Santa Pola!