jueves, 26 de febrero de 2009

CONTEMPLACIÓN DEL CRISTO DE LA RECONCILIACIÓN


Me he colocado ante el Cristo crucificado. Le he pedido al Señor, que está cosido al madero con clavos ingratos, que me hable, que despierte mi sordera, que rompa mi acostumbramiento de ver crucificados, que quebrante mi corazón de piedra que tantas veces mira al Nazareno clavado sin contemplación y sin diálogo. Me he colocado ante el Cristo de la Reconciliación, y le he pedido que me hable...

Y envuelto en el silencio, me ha mostrado sus ojos cerrados. Esos ojos que miraban con amor inmenso; esos ojos que miraban amando; esos ojos que descansaban en aquellos que se encontraban con El. Esos ojos están cerrados. El odio, el rencor, la violencia, el desamor, la burla, la afrenta, los desprecios, mis pecados y los de toda la humanidad han cerrado los ojos del que es la Luz del Mundo. Sus ojos cerrados me hablan de tantas puertas que se cierran ante el dolor de la gente. Sus ojos cerrados me hablan de tantas indiferencias ante la injusticia de los hombres. Sus ojos cerrados me hablan de... de ti y de mí, de nosotros, que nos encerramos por dentro para que el dolor de la gente no nos llegue, no nos invada, no nos quite la tranquilidad, y no rompa nuestro reposo, nuestro egoísmo confortable.

Sus ojos están cerrados , pero su cuerpo está abierto. Cinco puertas me introducen en lo más profundo de su ser. Las llagas de Cristo me hablan de un corazón abierto. Me hablan de encuentro y acogida. Me hablan de un Amor que se da hasta el último aliento. Las cinco heridas me hablan de un Amor que sangra por cada herida que cada ser humano recibe en este mundo. Las cinco puertas abiertas de su cuerpo me dicen, me gritan, que siempre el Amor de Cristo estará abierto para todos. Siempre le encontraremos esperando con el Corazón a punto, con el Amor amando.

Su cuerpo desnudo me habla de la libertad con la que El se ha abrazado al madero. No le han quitado la vida. El la ha dado libremente. Su cuerpo desnudo me muestra que toda su energía, toda su fuerza, se ha gastado cumpliendo la voluntad amorosa del Padre. Su cuerpo fuerte ya no respira, porque su oxígeno nos lo ha dado a nosotros para que tengamos Vida, y una Vida que no tendrá fin. Su cuerpo desnudo me muestra que no se ha protegido de nosotros, de nuestros actos, de nuestros rechazos, de nuestras afrentas. Ha venido a nosotros con el corazón en la mano, y con el cuerpo desnudo de defensas para conquistarnos con su indefensión y su pobreza.

Las heridas de la cabeza me hablan de su realeza. Es Rey. Sus joyas son sus espinas atravesando su frente. Su cabeza ensangrentada me habla de mi orgullo y mi altivez. Su cabeza llena de espinas me habla de la grandeza de obedecer en todo a Dios como expresión de un amor que se da. Su cabeza cubierta de llagas me habla de una inteligencia al servicio de la Verdad y de la Vida. Su corona de espinas me grita con fuerza que tengo que amar a Dios y a cada ser humano con toda mi mente...

Me he colocado ante el Cristo, y el Crucificado me ha hablado... Y ha quebrantado mi sordera. Y ha sensibilizado mi corazón. Y me ha abierto los ojos. Y me ha tocado el alma. Y me ha llenado de palabras de Vida. Me he acercado al Cristo, y El me ha hablado, y me ha mostrado sus brazos abiertos que quieren abrazarnos. Para eso ha muerto y ha resucitado, para que tu y yo experimentemos el abrazo del Hijo del Hombre. El abrazo de la Reconciliación. Para poder abrazarnos ha tenido que dejar su cuerpo colgando de un madero. Para poder abrazarnos ha tenido que entregar hasta el último aliento de su Vida la tarde de un Viernes Santo.

Me he colocado ante el Cristo de la Reconciliación, y le he pedido que me hable..., y El me ha hablado.

martes, 24 de febrero de 2009

SER CATEQUISTA HOY


He recibido este correo, y me ha parecido un buen material para reflexionar ante la proximidad del encuentro de nuestro Obispo con los catequistas, el domingo 1 de Marzo. Espero que os guste. Y gracias por la colaboración.

Dedico este escrito a todas aquellas (casi siempre son mujeres…) que dedican su tiempo a la transmisión de la fe a través de la catequesis. Dar catequesis no es impartir un libro, sino hacer visible la fe a aquellos que comienzan a descubrirla. Sean niños, jóvenes o adultos, no importa. El/la Catequista es aquel que introduce en los misterios de la fe a quien tiene sed de la trascendencia.

Son tiempos difíciles, ya lo hemos dicho en otras ocasiones. Para las catequistas no es una excepción. A las críticas habituales (que si son las pelotas del cura, que si cobran por su tarea…) se une hoy el desaliento por una labor de la que cada vez se ven menos frutos. Los sacramentos se han convertido en meros actos sociales y eso hace la tarea más ardua si cabe. Encontrar un niño que siga en postcomunión o un joven que tras confirmarse permanezca en la parroquia es casi una quimera. Además, nadie está dispuesto a dar nada gratis, y ello produce que nadie crea que un catequista realiza su labor por amor al Evangelio y a la Iglesia.

En nuestra cultura del ocio, niños y jóvenes tienen cientos de distracciones más entretenidas que la catequesis. Por ello, ir a catequesis se ha convertido en una obligación más, como el colegio, el judo o el refuerzo de inglés. Son pocos los que buscan a Dios a través de la catequesis. Pocas familias interesadas, pocos niños interesados. Es de cajón.Y sin embargo, allí están ellas. Dejando por un momento a sus familias, sus ocupaciones -o simplemente su descanso- dedican su tiempo y su esfuerzo a poner ladrillos espirituales en el Reino de Dios. Sin importarles las críticas. Tentadas (pero no vencidas) por el desaliento. Incomprendidas muchas veces incluso por las madres que les tendrían que estar agradecidas. Rebanándose los sesos para hacer más atrayentes sus esfuerzos. Me consta que a algunas las catequesis les cuesta incluso dinero de sus bolsillos. Aparte de la formación continua que ellas son conscientes que necesitan y que les quita más tiempo aún.

En fin, que como cura me quito el bonete. A todas ellas, ¡Gracias! Y no olvidéis nunca dos textos fundamentales de la Biblia: Primero, la parábola del sembrador (Mc. 4, 1-9). Vosotras sembráis en todas partes, que cada uno recoja lo que pueda… Y segundo, Cristo nos promete el ciento por uno y la vida eterna (Mc. 10,28-31) … merece la pena arriesgar nuestra vida por Él, que nunca falla…(Ante la próxima Jornada de catequistas con el Obispo…Animo Catequist@s!!)

HISTORIAS PARA REFLEXIONAR: EL NIÑO QUE QUERÍA SER TELEVISOR




Hace mucho tiempo pude ver en televisión un episodio de una serie que tenía como estrella a una buena actriz cómica norteamericana. Aquel episodio se centraba en la historia de una mujer que seguía con pasión las telenovelas: sufría cuando los protagonistas estaban enfermos en el hospital, se emocionaba con sus amores y se llenaba de ira ante las injusticias que sufrían. Mientras tanto, al lado de la televidente, su esposo le suplicaba un poco de atención porque un ataque de tos le estaba ahogando. La esposa, embebida en la serie que contemplaba, despreciaba con su indiferencia al marido enfermo, e incluso le gritaba que la dejara tranquila porque estaba viendo su serie favorita. Al final de aquel episodio, podíamos ver al marido solo y casi asfixiado, y su esposa llorando por la suerte del protagonista de la telenovela.

Y esto ocurre con frecuencia en la vida real. La televisión o el ordenador –que son grandes avances técnicos- los convertimos en el centro de nuestra vida. Ellos acaparan la gran mayoría del tiempo libre, aislándonos de los demás. Podemos empezar entonces una inversión de la realidad: lo que tenemos cerca –nuestra familia- lo convertimos en virtual, y lo que la televisión o el ordenador nos muestra, en la única realidad.

La historia que aparece a continuación, que alguien me regaló, refleja muy bien el protagonismo que estos medios técnicos están ocupando en nuestra existencia.

EL NIÑO QUE QUERÍA SER TELEVISOR

Señor, no quiero pedirte nada especial ni inalcanzable, como ocurre con otros niños que se dirigen a ti cada noche. Tú eres bueno y proteges a todos los niños de la tierra, hoy quiero pedirte un gran favor, sin que se enteren mis padres.

Transfórmame en un televisor, para que mis padres me cuiden como cuidan al televisor, para que me miren con el mismo interés con que mi madre mira su telenovela preferida, o mi padre su programa deportivo favorito.
Quiero hablar como ciertos animadores que cuando lo hacen, toda mi familia se calla para escucharlos con atención y sin interrumpirlos.
Quiero ver a mi madre suspirar frente a mí como lo hacen cuando mira un desfile de modas, o poder hacer reír a mi padre como lo logran ciertos programas humorísticos, o simplemente que me crean cuando les cuento mis fantasías sin necesidad de decir ¡es cierto! yo lo escuché en la tele.
Quiero representar al televisor para ser el rey de la casa, el centro de atención que ocupa el mejor lugar para que todas las miradas se dirijan a mí. Quiero sentir sobre mí la preocupación que experimentan mis padres cuando el televisor comienza a fallar y rápidamente llaman al técnico.
Quiero ser televisor para ser el mejor amigo de mis padres, el héroe favorito, el que más influya en sus vidas, el que recuerde que soy su hijo y el que, ojalá, les mostrara más paz que violencia.
Señor por favor, déjame ser televisor aunque sea por un día.

domingo, 22 de febrero de 2009

EL ENFERMO TERMINAL Y LA INFORMACIÓN DE SU SITUACIÓN


“Estoy en el hospital acompañando a un familiar que tiene una enfermedad grave irreversible. Los médicos han dicho que ya es el final y, a partir de ahora, la situación del enfermo se irá haciendo cada vez más crítica. Él todavía desconoce esta última información. Sus familiares queremos que sepa su situación, no queremos ocultarle nada para que se enfrente con dignidad al final de su vida –en la verdad y no en el engaño-, y para darle la oportunidad de solucionar cuestiones de índole espiritual –la paz con Dios y con los demás-, familiar y económico. Pero también tenemos miedo de que al saberlo sufra más y, lo que es peor, caiga en la tristeza y en la desesperanza. No sabemos qué hacer, ni cómo hacerlo”. D.C.M

Estáis viviendo uno de los momentos más delicados de vuestra vida. El dilema que se os presenta es compartido por muchas familias que están sufriendo vuestra misma situación. Sois conscientes de que morir con dignidad lleva consigo que el enfermo conozca la situación real de su estado de salud, para que pueda solventar temas trascendentales antes de que la muerte le sorprenda. Pero no queréis que esa información precipite el final del enfermo.

Es muy difícil dar una respuesta adecuada a esta pregunta directa. Hay que tener en cuenta muchos factores: la edad del enfermo, su formación intelectual, cultural, espiritual, su vida de fe, el apoyo que tiene de su familia, su capacidad personal para llevar el sufrimiento, la información que ha tenido anteriormente sobre la evolución de su enfermedad, etc. Sólo puedo ofrecer algunos puntos fundamentales que se han de tener en cuenta para enfocar convenientemente este caso.

1. Toda persona enferma intuye la gravedad de su situación cuando es consciente de cómo los síntomas de su enfermedad van introduciéndola en un estado preocupante. En estas circunstancias hay enfermos que manifiestan claramente su deseo de conocer plenamente la verdad de su estado. En estos casos omitir información es éticamente reprobable. También puede ocurrir, excepcionalmente, que algunos enfermos que intuyen su situación expresen, abiertamente o de modo sutil, no querer conocer la verdad. En estos casos tal petición también debe ser respetada (de alguna manera ya saben perfectamente que el final está próximo y sólo quieren evitar las palabras que lo notifiquen). Hay un tercer grupo de pacientes que no manifiestan abiertamente su deseo de saber, ni de “no ser informados”. Sólo intuyen pero no dicen nada.
2. Es importante determinar qué persona debe transmitir la verdad al enfermo para evitar versiones distintas de su situación que pueden provocar en el enfermo una sensación de desconcierto y confusión.
3. Se debe tener en cuenta que existe un lenguaje verbal (palabras) y un lenguaje no verbal (gestos, miradas, silencios...). Estos modos de lenguaje son empleados tanto por el que informa como por el enfermo. Tenemos que saber escuchar lo que el enfermo nos dice con todo su ser. El familiar que informa tiene que acompañar las palabras con los gestos de afecto y cariño, de lo contrario no se informará debidamente.
4. Tan perjudicial es para el enfermo omitir información como transmitirla incorrectamente. No podemos “lapidar” al enfermo con la verdad.
5. La información debe ser lenta y progresiva. En la información se debe ir despacio, sin prisa, buscando el momento oportuno, dando sólo los datos que el enfermo pueda asumir en cada momento, sabiendo que él actúa como regulador de la cantidad de información que quiere recibir en cada instante.
6. En la información siempre se le debe transmitir al enfermo esperanza. Esto no significa crearle expectativas de recuperación por parte del familiar que le informa, sino manifestarle ayuda total, permanente e incondicional. El familiar debe manifestar al enfermo que nunca le faltará el acompañamiento, que nunca estará solo, que nunca se sentirá desamparado, porque siempre y en todo momento estará apoyado por quienes le quieren plenamente.
7. Si el enfermo es cristiano, los familiares le facilitarán la conversación espiritual con el sacerdote para recibir la ayuda interna de la gracia que le fortalecerá en esos momentos tan difíciles. También los familiares elevarán sus oraciones al Señor para encontrar las palabras, gestos y momentos oportunos para trasmitir al familiar enfermo la verdad de su situación con delicadeza y cariño.

miércoles, 18 de febrero de 2009

HITLER NO HA MUERTO. ¡VIVE!

¿Cuántas veces hemos oído esa especie de leyenda que dice que Hitler no murió en el Bunker sino que consiguió escapar de la guerra y de la justicia humana, diluyéndose entre la multitud, disfrazado de ciudadano normal?. Esto es una ficción. Hitler murió realmente en el Bunker.
Hitler ya no vive, pero su espíritu, su mal-espíritu, su ideología destructora de vidas humanas, sigue encarnándose en todos aquellos que determinan – es verdad que con un estilo “civilizado”, “científico”, “humanista” y “legal”- la muerte de seres humanos por considerarlos “inferiores”, o porque no responden a un patrón de “calidad” o sencillamente porque entorpecen los planes y proyectos forjados.
Hitler sigue viviendo en la conciencia de muchos de nuestros contemporáneos. Está animando la mente y el corazón de personas, aparentemente normales, que viven junto a nosotros, tal vez dentro de nuestra misma casa, que trabajan en oficinas, van de compras, al cine, leen libros, y colaboran extendiendo una mentalidad que atenta contra la vida: defendiendo el aborto en algunos casos, la eutanasia y la selección natural de niños-embrionarios, congelando o destruyendo a los hermanos sobrantes, o porque viven mirando hacia otro lado, sin querer plantearse la suerte que corren los más débiles de nuestra sociedad, como ocurrió con muchos alemanes bajo el régimen nazi.
El pueblo alemán de la Alemania de Hitler fue transformado por una propaganda continuada y sutil, utilizando palabras, conceptos, ejemplos y películas (en 1941 se estrenó la película “Yo acuso”, cuyo argumento nos recuerda, casi literalmente, una película española de hace unos años, cuyo nombre prefiero omitir, en la que se justificaba la acción de un hombre que facilitaba la muerte a su esposa, enferma de esclerosis múltiple. La conclusión era muy concreta: la ley debía cambiarse para permitir la eutanasia)
¿Ninguna voz firme se alzó en Alemania contra esta barbarie?. Sí. La voz de la Iglesia. El obispo August Von Galen, que recibió el nombre de “El León de Münster” por su ferviente oposición a la ideología nazi, denunció con toda la fuerza de su razón iluminada por la fe, el programa nazi de eutanasia: “Si aceptamos, aunque sea sólo por una vez, el derecho a matar a nuestros hermanos improductivos -aunque sea limitado a indefensos enfermos mentales- entonces, en línea de principios, el homicidio se convierte en admisible para todos los seres humanos”.
Hitler parece que no ha perdido la guerra. Su ideología sigue viva y activa. Lo que ocurrió en la Alemania nazi está floreciendo en nuestra sociedad.
Un gobierno o una sociedad que acepta el aborto, la eutanasia, la congelación y eliminación de niños-embrionarios, no tiene fuerza moral para acabar con el terrorismo. Existe un terrorismo de “bata blanca”, un terrorismo “científico y compasivo” que está provocando muchos más muertos que el terrorismo de bombas y balas.
Optar por Cristo es optar por la causa del ser humano, de todo ser humano, especialmente el más débil y necesitado. No nos hagamos cómplices de tantos crímenes contra la humanidad. Defendamos la vida. Apoyemos la vida. Intentemos despertar conciencias. Y estemos cerca de los que más sufren, transmitiéndoles –con nuestro amor operativo- que sus vidas son valiosas porque son imagen y semejanza de Dios.

martes, 17 de febrero de 2009

EL AYUNO CRISTIANO

En el Mensaje de Cuaresma de este año, el Papa nos presenta una reflexión sobre el ayuno. De una lectura orante del texto nacen estas consideraciones sobre el verdadero ayuno cristiano.



El ayuno cristiano
- devuelve la primacía a Dios en la vida del hombre.
- fomenta el hambre de cumplir la voluntad de Dios, recordándonos que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4)
- es“terapia” que nos cura de todo aquello que nos impide conformarnos a los designios de Dios
- abre nuestra conciencia a las necesidades de los demás, potenciando en nosotros los mismos sentimientos del Buen Samaritano –Cristo- que ayunó de sus bienes para socorrer al necesitado.
- es una práctica penitencial que nos libera de todo aquello que nos distrae en nuestra entrega total a Dios y al prójimo.

domingo, 15 de febrero de 2009

PRESENTACION


Soy Vicente Martínez, sacerdote católico que ejerce su ministerio en Elche (Alicante). A través de este blog quiero abrir un cauce para compartir con otras personas todo lo bueno, noble y justo que existe en el corazón de cada ser humano y en el mundo que nos rodea. Como católico la motivación profunda que me mueve para iniciar esta aventura es mi fe en Cristo y la certeza absoluta de que sólo en El encontramos la plenitud de los anhelos de paz y amor que aletean en las entrañas de cada persona.

Si quieres participar en este blog solo te pido: 1. Que tus expresiones reflejen educación y respeto. 2. Que busques siempre el diálogo. 3. Que opines o juzgues hechos, pero salvando la interioridad de las personas, que no conocemos realmente. 4. Que siempre intentes ser positivo para extraer, incluso de lo más negativo, esa parte de luz que encierra.

Intentemos hacer entre todos un hermoso instrumento para la reflexión y el diálogo.