domingo, 16 de agosto de 2015

CARTA DEL PAPA FRANCISCO CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DEL NACIMIENTO DE DON BOSCO


Hoy, 16 de agosto, hace 200 años nació San Juan Bosco, uno de los grandes regalos de Dios a la Iglesia y el mundo. Con motivo de este bicentenario el Papa Francisco ha escrito la siguiente carta:

COMO DON BOSCO, CON LOS JÓVENES Y PARA LOS JÓVENES

Está viva en la Iglesia la memoria de san Juan Bosco, en cuanto fundador de la Congregación salesiana, de las Hijas de María Auxiliadora, de la Asociación de los Salesianos Cooperadores y de la Asociación de María Auxiliadora, y como padre de la Familia Salesiana de hoy. También está viva en la Iglesia su memoria como santo educador y pastor de los jóvenes, que ha abierto un camino de santidad juvenil, que ha ofrecido un método de educación que es al mismo tiempo una espiritualidad, que ha recibido del Espíritu Santo un carisma para los tiempos modernos.

En el bicentenario de su nacimiento he tenido la alegría de encontrar a la Familia Salesiana reunida en Turín, en la Basílica de María Auxiliadora, donde reposan los restos mortales del Fundador. Con este mensaje deseo unirme nuevamente a vosotros en la acción de gracias a Dios; al mismo tiempo, deseo recordar los aspectos esenciales del legado espiritual y pastoral de Don Bosco, y exhortar a vivirlos con valentía.

Italia, Europa y el mundo han cambiado mucho en estos dos siglos, pero el alma de los jóvenes no: también hoy los muchachos y las chicas están abiertos a la vida y al encuentro con Dios y con los demás, pero hay tantos con riesgo de desánimo, de anemia espiritual y de marginación.

Don Bosco nos enseña, ante todo, a no quedarnos mirando, sino a ponernos en primera línea, para ofrecer a los jóvenes una experiencia educativa integral que, sólidamente basada sobre la dimensión religiosa, involucre la mente, los afectos, toda la persona, considerada siempre como creada y amada por Dios. De aquí deriva una pedagogía genuinamente humana y cristiana, animada por la preocupación preventiva e inclusiva, especialmente para los jóvenes de los sectores populares y de los grupos marginales de la sociedad, a los cuales ofrece también la posibilidad de la instrucción y de aprender un oficio, para ser buenos cristianos y honestos ciudadanos. Operando para la educación moral, civil, cultural de los jóvenes, Don Bosco ha obrado para el bien de las personas y de la sociedad civil, según un proyecto de hombre que conjuga alegría – estudio – oración, y también trabajo – religión – virtud. De tal camino forma parte integrante la maduración vocacional, a fin de que cada uno asuma en la Iglesia la forma concreta de vida a la cual el Señor lo llama. Esta amplia y exigente visión educativa, que Don Bosco ha concentrado en el lema “Da mihi animas”, ha realizado lo que hoy expresamos con la fórmula «educar evangelizando y evangelizar educando» (Congregación para el Clero,Directorio general para la catequesis [15 agosto 1997], n. 147).

Un rasgo característico de la pedagogía de Don Bosco es la «amorevolezza», la amabilidad, a entenderse como amor manifestado y percibido, en el cual se revelan la simpatía, el afecto, la comprensión y la participación en la vida del otro. Él afirma que en el ámbito de la experiencia educativa no basta amar, sino que es necesario que el amor del educador se exprese mediante gestos concretos y eficaces. Gracias a tal amabilidad tantos niños y adolescentes en los ambientes salesianos han experimentado una intensa y sana afectividad, muy preciosa para la formación de la personalidad y para el camino de la vida.

En este cuadro de referencia se colocan otros rasgos distintivos de la praxis educativa de Don Bosco: ambiente de familia; presencia del educador como padre, maestro y amigo del joven, expresado por un término clásico de la pedagogía salesiana: la asistencia; clima de alegría y de fiesta; amplio espacio dado al canto, a la música y al teatro; importancia del juego, del patio de recreación, de los paseos y del deporte.

Podemos resumir así los aspectos salientes de su figura: él vivió la entrega total de sí a Dios como un impulso para la salvación de las almas y vivió la fidelidad a Dios y a los jóvenes en un mismo acto de amor. Estas actitudes lo han llevado a “salir” y a concretar decisiones valientes: la elección de dedicarse a los jóvenes pobres, con la intención de realizar un vasto movimiento de pobres para los pobres, y la elección de ampliar tal servicio más allá de las fronteras de lengua, raza, cultura y religión, gracias a un incansable impulso misionero. Él concretó este proyecto con estilo acogedor, alegre y de simpatía, en el encuentro personal y en el acompañamiento de cada uno.

Él supo suscitar la colaboración de santa María Dominga Mazzarello y la cooperación de los laicos, generando la Familia Salesiana que, como gran árbol, ha recibido y desarrollado su herencia.

En síntesis, Don Bosco vivió una gran pasión por la salvación de la juventud, manifestándose testimonio creíble de Jesucristo y anunciador genial de su Evangelio, en comunión profunda con la Iglesia, en particular con el Papa. Vivió en continua oración y unión con Dios, con una devoción fuerte y tierna a la Virgen, por él invocada como Inmaculada y Auxiliadora de los cristianos, con el beneficio de experiencias místicas y del don de milagros para sus jóvenes.

También hoy la Familia Salesiana se abre hacia nuevas fronteras educativas y misioneras, recorriendo las sendas de los nuevos medios de comunicación social y las de la educación intercultural junto a pueblos de religiones diversas, o de Países en vías de desarrollo, o de lugares signados por la inmigración. Los desafíos de la ciudad de Turín del siglo XIX han asumido dimensiones globales: idolatría del dinero, desigualdad que genera violencia, colonización ideológica y retos culturales legados a los contextos urbanos. Algunos aspectos involucran más directamente al mundo juvenil, como la difusión de internet, y, por lo tanto, os interpela, hijos e hijas de Don Bosco, que sois llamados a trabajar considerando, junto a las heridas, también los recursos que el Espíritu Santo suscita en situaciones de crisis.

Como Familia Salesiana estáis llamados a reavivar la creatividad carismática dentro y más allá de vuestras instituciones educativas, poniéndoos con dedicación apostólica sobre los senderos de los jóvenes, particularmente de aquellos de las periferias.

«La pastoral juvenil, tal como estábamos acostumbrados a desarrollarla, ha sufrido el embate de los cambios sociales. Los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas. A los adultos nos cuesta escucharlos con paciencia, comprender sus inquietudes o sus reclamos, y aprender a hablarles en el lenguaje que ellos comprenden» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 105). Hagamos de tal manera, como educadores y como comunidad, que podamos acompañarlos en su camino, de modo que se sientan felices de llevar a Jesús en cada calle, en cada plaza, en todos los rincones de la tierra (cfr. ibid., 106).

Don Bosco os ayude a no defraudar las aspiraciones profundas de los jóvenes: la necesidad de vida, apertura, alegría, libertad, futuro; el deseo de colaborar en la construcción de un mundo más justo y fraterno, en el desarrollo para todos los pueblos, en la tutela de la naturaleza y de los ambientes de vida. Con su ejemplo, los ayudaréis a experimentar que solo en la vida de gracia, es decir, en la amistad con Cristo, se cumplen en pleno los ideales más auténticos. Tendréis la alegría de acompañarlos en la búsqueda de síntesis entre fe, cultura y vida, en los momentos en que se toman las decisiones difíciles, cuando se busca interpretar una realidad compleja.

Señalo en particular dos tareas que nos llegan hoy del discernimiento sobre la realidad juvenil: la primera es la de educar según la antropología cristiana en el lenguaje de los nuevos medios de comunicación y de las redes sociales, que plasma en profundidad los códigos culturales de los jóvenes, y por lo tanto, la visión de la realidad humana y religiosa; la segunda es promover formas de voluntariado social, no resignándose a las ideologías que anteponen el mercado y la producción a la dignidad de la persona y al valor del trabajo.

Ser educadores que evangelizan es un don de naturaleza y de gracia, pero es también fruto de formación, estudio, reflexión, oración y ascesis. Don Bosco decía a los jóvenes: «Yo por vosotros estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo, por vosotros estoy dispuesto incluso a dar mi vida» (Constituciones Salesianas, art. 14).

Hoy, más que nunca, de frente a lo que el Papa Benedicto XVI muchas veces ha señalado como «emergencia educativa» (cfr. Lettera alla diocesi e alla città di Roma sul compito urgente dell'educazione, 21 de enero de 2008), invito a la Familia Salesiana a favorecer una eficaz alianza educativa entre las diversas agencias religiosas y laicas para caminar, con la diversidad de los carismas, en favor de la juventud de los diversos continentes. En particular recuerdo la inderogable necesidad de implicar a las familias de los jóvenes. No puede haber, de hecho, una eficacia pastoral juvenil sin una válida pastoral familiar.

El salesiano es un educador que, en la multiplicidad de las relaciones y de los empeños, hace resonar siempre el primer anuncio, la bella noticia que directamente o indirectamente no puede faltar jamás: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 164). Ser discípulos fieles a Don Bosco requiere renovar la opción catequística que fue su empeño permanente, a ser comprendida en la misión de una nueva evangelización (crf. Ibid., 160-175). Esta catequesis evangelizadora merece el primer lugar en las instituciones salesianas, y debe ser realizada con competencia teológica y pedagógica y con un testimonio transparente del educador. Se necesita un camino que comprenda la escucha de la Palabra de Dios, la frecuencia a los Sacramentos, en particular la Confesión y la Eucaristía, y la relación filial con la Virgen María.

Queridos hermanos y hermanas salesianos, Don Bosco testimonia que el cristianismo es fuente de felicidad, porque es el Evangelio del amor. Es de esta fuente que, también en la práctica educativa salesiana, la alegría y la fiesta encuentran consistencia y continuidad. «Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 8).

Las expectativas de la Iglesia respecto al cuidado de la juventud son grandes; grande es pues el carisma que el Espíritu Santo ha donado a san Juan Bosco, carisma llevado adelante por la Familia Salesiana con dedicación apasionada por la juventud en todos los continentes y con el florecimiento de numerosas vocaciones para la vida sacerdotal, religiosa y laical. Por lo tanto quiero expresaros un aliento cordial a fin de asumir el legado de vuestro fundador y padre con la radicalidad evangélica que ha sido suya en el pensar, hablar y obrar, con la competencia adecuada y con generoso espíritu de servicio, como Don Bosco, con los jóvenes y para los jóvenes.

Vaticano, 24 de junio de 2015

viernes, 14 de agosto de 2015

EL MISTERI 3D: ABAJO, ARRIBA Y ADENTRO


Estamos viviendo estos días los ensayos del Misteri que nos introducen en esos dos grandes momentos de nuestras fiestas patronales: la Vespra y la Festa. Momentos en los que, como cristianos e ilicitanos, celebramos el hermoso misterio de la Asunción de Ntra. Sra. a los Cielos en Cuerpo y Alma. Y lo festejamos con algo que es muy nuestro, los cantos, la música, la pólvora, las lágrimas y el batir de palmas, ojos que miran hacia lo alto y sentimientos que fortalecen nuestra fe. La Fiesta de la Asunción ha configurado el alma, la identidad de nuestro pueblo…, y cada año, de generación en generación, la vamos trasmitiendo a los que vienen detrás y… a los que vienen por primera vez.

Estas fiestas de la Virgen empiezan a ras de suelo.  Santa María camina con el cortejo por el andador y recuerda la Pasión de su Hijo,  despertando en ella el deseo de unirse a Él para siempre. Deseo que se hace súplica. La Virgen recoge, en ese momento, tantas cosas que forjan la vida del ser humano: nuestra condición de caminantes, una existencia que nos desgasta, la añoranza de los que no están, el tener presente los sufrimientos de tanta gente. Y por supuesto, en esos momentos tan importantes, aparece también el deseo de sentirse rodeados por aquellos que nos quieren, que en el caso del Misteri es la Iglesia representada por los Apóstoles. El Misteri empieza desde abajo; parte de nuestra situación concreta.

Pero la oración de la Madre llega hasta el Cielo. No podía ser de otra manera. Santa María, que es la llena de gracia, sólo desea lo que Dios desea. Su deseo de ver al Hijo es reflejo del ansia del Hijo por tenerla consigo. Y el Cielo se abre… y la tierra se llena de Cielo. Ángeles cantores, ángeles músicos y el apostolado que vislumbra la Gloria que se acerca…,  y poco a poco el ambiente se llena de emoción… Elevando el alma y el cuerpo de María, el Cielo besa la Tierra. Y el éxtasis llega cuando la Hija, la Esposa, la Madre, es coronada en lo más alto. El Misteri culmina mirando todos hacia arriba.

Pero nuestro Misteri sería incompleto si sólo tuviera estas dos dimensiones: abajo y arriba. Le falta la tercera dimensión, porque nuestro Misteri es también 3D. La Fiesta de la Virgen termina dentro de nosotros. Eso es lo que busca la Madre: tocar nuestro corazón, hacerlo más humano y más divino. Ella quiere  cambiar nuestro corazón de piedra por uno de carne donde la fe en Dios, la misericordia, el perdón, la dedicación a los demás y la generosidad constituyan como el pentagrama de nuestra existencia cotidiana. Si, porque la auténtica música del Misteri está compuesta por esas notas que la Virgen cada año nos regala… Y ese Misteri sí lo podemos cantar todos. Ese Misteri sí lo podemos vivir intensamente cada uno de nosotros en nuestra familia, en nuestro lugar de trabajo y en nuestra ciudad.

Abajo, arriba y adentro: las tres dimensiones de nuestro Misteri. 

miércoles, 12 de agosto de 2015

HOMILÍA DE MONS. XAVIER NOVELL, OBISPO DE SOLSONA, EN LA VIGILIA DEL ENCUENTRO EUROPEO DE JÓVENES EN ÁVILA (8 DE AGOSTO, 22.30)



“Algunas veces te ha sucedido que un buen amigo te dice: – Te puedo contar un secreto? Puedo confiar en ti? Y tú, medio movido por la curiosidad, medio tocado por su confianza, le respondes: – Cuenta, soy todo oídos, no dudes, que no te defraudare!

Esto no te sucede ni con cualquiera ni en cualquier parte. Esto te pasa porque mereces confianza, porque siempre has estado a su lado, porque te has acordado de ponerle un wats en el momento oportuno, porque les has echado una mano en la preparación de ese examen, porque has estado presente en su sufrimiento y su alegría.

Esto no sucede en el barullo de la salida del instituto o de la universidad, tampoco cuando sales de fiesta con toda la cuadrilla. Esto sucede ese día que tienes una larga charla con él, después de pasear, de tomar algo sin prisas.

Esta noche, Jesús quiere confiarte un secreto, como hizo esa noche antes de su pasión. Des de hace días, junto con este gran puñado de amigos suyos, el Señor te ha lavado los pies, en el sacramento de la confesión, te ha sentado a su mesa, en la eucaristía de cada día, te ha hablado largamente, en las catequesis, todo exactamente como hizo con sus primeros doce esa noche tan mágica como la de hoy. Y ahora estás aquí, no como alguien perdido en la multitud, sino como un amigo confidente, atento, lleno de curiosidad y conmovido por su confianza.

Escucha como te repite: 
“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo, permaneced en mi amor”. Desde antes que nacieses te he amado y ha sido tanto mi amor que he querido que llegases a la vida. Tanto he deseado poderte amar de un modo personal que no he dudado en arriesgarme. Me he arriesgado haciéndote nacer y crecer donde y como has nacido y crecido. Aunque pienses que no he elegido bien, que nada ha sido fácil para ti, aunque pienses que he jugado contigo, créeme, nunca, nunca jamás he jugado contigo. Te amo demasiado. Y si me apuras, quizá sí que una vez he jugado contigo. Mírame, muy llagado, esa vez jugué, esa vez me la jugué por ti!
 Cuando tuve esta confidencia con mis primeros amigos, les expliqué cuanto les amaba con una imagen: la de la viña y los sarmientos. Ellos eran todos de campo y me entendían. Cuando se lo conté a mi amiga Teresa, lo hice a través de la imagen de un castillo, porque ella era castellana, hija de estas murallas.
 A ti, ¿cómo podría explicarte cuanto y como te amo? A ti, que eres de la generación del smartphone. Tú que a través de este sorprendente aparato, haces todo – te relacionas, estudias, te desplazas, miras tus series favoritas, hasta me rezas. Tú que estos días has perseguido un enchufe como un loco. Tú que cuando llegas a un lugar, lo primero que miras es si tienes wifi. Mira, tú eres como el móvil y yo como tu fuente de energía y cobertura. Tú, sin mí, no puedes hacer nada, eres un trasto inteligente pero inútil. Tú, sin mí, te apagas. Tú, sin mí, no llegas, te quedas muy corto. Tú, sin mi amor, te agotas y no das para más.
Ahora, en breve, me voy a hacer presente ante ti. Voy a irradiar mi amor ante ti, voy a cubrirte con millones de megas de amor. Enchúfate conmigo. Pilla mi cobertura y no irás tras otras nunca jamás. Mi amor no tiene competidores”

EL PAPA FRANCISCO HA INSTITUIDO LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN (1 septiembre)



Objetivo de esta Jornada:

“La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará anualmente, ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos.

La celebración de la Jornada en la misma fecha que la Iglesia Ortodoxa será una buena ocasión para testimoniar nuestra creciente comunión con los hermanos ortodoxos. Vivimos en un tiempo en el que todos los cristianos afrontamos idénticos e importantes desafíos, y a los que debemos dar respuestas comunes, si queremos ser más creíbles y eficaces. Por esto, espero que esta Jornada pueda contar con la participación de otras Iglesias y Comunidades eclesiales y se pueda celebrar en sintonía con las iniciativas que el Consejo Ecuménico de las Iglesias promueve sobre este tema”(De la Carta del Papa Francisco para la institución de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación)

domingo, 9 de agosto de 2015

HOMILÍA DEL CARDENAL BLÁZQUEZ EN EL ENCUENTRO EUROPEO DE JÓVENES ÁVILA 2015


Desde este lugar, cargado de recuerdos, saludo cordialmente a todos los presentes, también a quienes a través de la TV y radio participan en la Eucaristía. Lo dicho en un rincón del mundo hoy resuena y puede ser escuchado al mismo tiempo en el mundo entero.  En esta pendiente, junto al lienzo norte de la muralla de Ávila presidió el Papa San Juan Pablo II la Eucaristía el día 1 de noviembre de 1982, con ocasión del IV Centenario de la muerte de Santa Teresa. Frente a nosotros está el convento de la Encarnación, en que vivió muchos años Teresa de Jesús, y desde donde contemplaría las murallas rematadas con la espadaña de la iglesia en que vivió San Juan de la Cruz varios años. Precisamente a este lugar, mientras esperábamos la llegada del Papa para la Eucaristía nos llegaba el ruido del jolgorio de varios miles de religiosas de clausura que escuchaban entusiasmadas al Papa; en la huerta del convento tuvo lugar aquel encuentro orante y alegre. Nos unimos desde aquí al Papa Francisco, cuyo mensaje hemos acogido con gratitud.

“Yo soy el pan de la vida” (Jn 6,48). El pan es síntesis del alimento corporal y es también símbolo de otro alimento en el que Jesús va introduciendo a sus oyentes, entre el estupor y el escándalo. Jesús multiplicó los panes para que en el descampado pudiera alimentarse una multitud incontable. Los cinco panes del muchacho bastaron y sobraron para nutrir a miles de hombres. Lo insuficiente se hizo don abundante a través de Jesús. ¿Qué es esto para tantos? Santa Teresa, consciente de su pequeñez, “mujer, ruin e imposibilitada”, ofreció a Dios lo poquito que estaba en ella (cf. Camino, 1,2) para responder a las ingentes necesidades de aquellos “tiempos recios”. Dios no desprecia lo pequeño; lo recibe y convierte en respuesta magnífica. No digamos a Dios: Yo no sé, yo no puedo, yo no valgo, ¿a dónde voy a ir yo En manos del Señor nos reparte como don para los demás.

El verdadero pan del cielo, el pan para la vida del mundo, no era el maná llovido providencialmente del cielo, que comieron los padres en el desierto camino de la tierra de promisión. El pan prometido por Jesús tiene la capacidad de sostener la vida del hombre para siempre. ¿Qué buscamos en la vida? ¿Anhelamos y pedimos a Dios, más allá y en medio de nuestras necesidades, el pan que sacia el corazón del hombre?

Este pan es Jesús, que con su Palabra y con su Cuerpo y Sangre en el sacramento de la Eucaristía viene a nuestro encuentro. “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). Jesús se hace Palabra que acogemos con fe, y se hace alimento en la Eucaristía para fortalecernos. El sentido del pan es alimentarnos y sostener la vida; comemos para vivir; pues bien, solo la Eucaristía realiza plenamente lo que significa el pan ya que, en ella, recibimos la vida eterna.

Elías, cansado y agotado, fue sostenido en el desierto con un pan y un jarro de agua ofrecidos por el ángel del Señor, “porque el camino era superior a sus fuerzas” (1Re 19,7). Santa Teresa, al morir, nos dijo: “Es tiempo de caminar”. La Eucaristía es el Pan de los caminantes, el pan para la vida del mundo, medicina de inmortalidad. No digas, no puedo más. Acércate a la mesa del Señor, con tus agobios y desánimos, y el Cuerpo del Señor, recibido con fe, se convierte en tu interior en fuente de vida. “Jesús es ayuda y da esfuerzo, nunca falta; es amigo verdadero (Vida, 22,6).

Una pregunta y una invitación nos hace el Señor esta mañana, en este lugar en que resuenan los ecos de admirables testigos: “Oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero… ¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no sacia? Venid a mí, escuchadme y viviréis” (Is 55,1ss). Si el alimento es pobre, arrastramos la vida como famélicos. Todos tenemos experiencia de lo que alimenta realmente y pacífica, de lo que saca del egoísmo y conduce a la fraternidad; también sabemos lo que no resiste la prueba del tiempo, lo que después de un momento de exultación paga con resaca, vacío y tristeza. Estas experiencias tuvo también Santa Teresa; y una vez convertida al Señor brilló la luz en medio de su cruz. Lo insoportable se le volvió ligero y gozoso. “Por qué ha de ir la devoción de la mano con la tristeza?” “Un santo triste, es un triste santo”. Queridos jóvenes, caminad con decisión, esfuerzo, esperanza y paciencia. Abrázate a Jesucristo que es Luz, Fuente, Camino, Pan, Amigo que nunca falla. Los amigos fuertes de Dios son oyentes asiduos de su Palabra, en silencio oran, trabajan, cargan con la cruz siguiendo los pasos de Jesús, abren su vida a los indigentes, acompañan a los desamparados. En la oscuridad no pierden la esperanza. Sabemos, queridos amigos, que los tiempos actuales tiene para vosotros la reciedumbre particular del desempleo, amplio y duradero. Os debe la sociedad mayor solidaridad; no os quedéis en el desánimo ni en la indignación.

San Pablo nos ha dicho en su carta: “Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo” (Ef 4,31-32). Si una persona está interiormente en tinieblas, verá todo el mundo oscuro; si la amargura envenena su espíritu, nada posee para él el gusto de la vida. Santa Teresa es maestra del espíritu evangélico y por ello es maestra en la difícil asignatura de aprender a vivir. Una monja contemplativa del siglo XVI merece ser escuchada, también por jóvenes, al comienzo del siglo XXI. ¡Qué el cultivo de la amistad con Dios derrame en nosotros serenidad, amor y alegría!

De unos mártires del siglo IV, escuchamos en el momento culminante de su testimonio: “Sin la Eucaristía no podemos vivir”. Estas palabras, pronunciadas por unos testigos “amigos fuertes de Dios”, que rubricaron la fe y el amor a Jesucristo con su sangre, fueron atinadas desde el principio y su vigencia pervive de generación en generación. En la Eucaristía se forjan los amigos fuertes de Dios. Jesús resucitado nos invita a su Mesa el domingo. La Eucaristía, por ser encuentro con Jesús crucificado y vencedor del pecado y de la muerte, es manantial de amor fraterno y de solidaridad con los pobres, cercanos y distantes. La Eucaristía que es el centro de la Iglesia nos envía a todas las “periferias”. En la celebración eucarística, según el testimonio de la primera comunidad cristiana (cf. Act 2, 46), “partían el pan” con alegría y sencillez de corazón. La Misa del domingo es una fiesta de la fe. Es oportunidad estupenda para encontrar a los hermanos, para compartir la vida, para fomentar la amistad. En nuestro mundo, en que más allá de muchos ruidos, la soledad campa a sus anchas, ¡qué importante es el encuentro dominical con el Señor y con los hermanos!

Queridos jóvenes, colaborad con vuestra presencia y vuestro ánimo a que la Eucaristía sea comunicación fraterna, alegría festiva y surtidor de alegría porque participamos del Pan de la vida eterna. En la Eucaristía se regenera la amistad con el Señor, se fortalece nuestra valentía y nos convierte en fermento de esperanza para el mundo. ¡Es un don de Dios que la Eucaristía sea celebrada en todos los rincones del mundo!

Queridos amigos, este Encuentro Europeo de Jóvenes, en Ávila, donde el eco de Santa Teresa se escucha por todas partes, es una ocasión preciosa para aprender las grandes lecciones de la vida. En un momento decisivo, siendo adolescente, al morir su madre Dña. Beatriz, el año 1528, acude a la imagen de Ntra. Señora de la Caridad, conservada ahora en la Catedral. La Virgen María es madre de Teresa huérfana. Nos acogemos hoy a la intercesión de nuestra Señora del Monte Carmelo, en cuyo trasfondo aparece la historia impresionante del profeta Elías, defensor vibrante de la fe en Dios, perseguido y sostenido providencialmente en el camino de fidelidad. En tiempos recios fue amigo fuerte de Dios.


jueves, 6 de agosto de 2015

LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR CIVILMENTE NO ESTÁN EXCOMULGADOS PERO NO PUEDEN ACCEDER A LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA


Las palabras del Papa Francisco se suelen sacar de contexto según ciertos intereses de determinados grupos. Lo que el Papa ha dicho en la catequesis del miércoles 5 de agosto forma parte de la doctrina de la Iglesia recogida en el Catecismo de la Iglesia Católica.

NO PUEDEN ACCEDER A LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA
1650 Hoy son numerosos en muchos países los católicos que recurren al divorcio según las leyes civiles y que contraen también civilmente una nueva unión. La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra de Jesucristo ("Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio": Mc 10,11-12), que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era válido el primer matrimonio. Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación, y por la misma razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La reconciliación mediante el sacramento de la penitencia no puede ser concedida más que aquellos que se arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total continencia.

NO ESTÁN EXCOLMULGADOS
1651 Respecto a los cristianos que viven en esta situación y que con frecuencia conservan la fe y desean educar cristianamente a sus hijos, los sacerdotes y toda la comunidad deben dar prueba de una atenta solicitud, a fin de que aquellos no se consideren como separados de la Iglesia, de cuya vida pueden y deben participar en cuanto bautizados:

«Exhórteseles a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar sus hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios» (FC 84).