El sábado partimos de Elche hacia Madrid con ocho autobuses. La meta: participar en la Manifestación por la Vida, la Mujer y la Maternidad. Ocho autobuses y muchos coches particulares, familias enteras que no han querido perderse ser parte del cauce de ese “Gran Río de la Vida”.
Los ilicitanos estuvimos allí. Y fuimos por veinte mil motivos, pero todos con un denominador común: defender la vida del niño concebido y no nacido y la vida de la futura madre. Porque “CADA VIDA IMPORTA”.
Salimos de Elche estrenando la mañana, y cuando llegamos a Madrid nos dimos cuenta de que éramos millares. Gente por todas partes con camisetas de la Manifestación. Niños, jóvenes, adultos y ancianos. Cada uno a su ritmo, pero todos alimentando ese canal de solidaridad por la Vida.
Y cuando empezamos a dejarnos llevar por el ritmo de la Manifestación nos fuimos llenando cada vez más de la alegría de todos. Padres con sus hijos pequeños alzando las manos por la Vida. Ancianos, arrastrando los pies, por la Vida. Jóvenes coreando lemas y bailando, por la Vida.
“Sí a la Vida. No al aborto”. “La Vida es progreso. El aborto, retroceso”. “Después diréis que fuimos cinco o seis”. “La Vida es lo primero”. “D. José Luis, a pesar de todo Jesús te quiere. Y nosotros rezamos por ti”. Todos estos gritos y otros mil más fueron ambientando el recorrido. Pero todo era amabilidad, respeto, gente “sana” y un aire joven que revitalizaba el ambiente. Sin ninguna duda, la atmósfera de muerte no estaba en aquella Manifestación. No olía a caduco, ni a rancio, ni a cuota política. Olía a limpio, a juventud, a futuro. Y pronto fui consciente de que a partir de esta Manifestación las cosas ya no van a ser como antes.
A la gente le daba igual si asistían o no políticos, eclesiásticos importantes, o famosos. Ellos lo tenían claro: su postura a favor de la vida era fruto de una convicción profunda. No se fundaba ni en motivos políticos, ni eclesiales, ni en el famoso de turno. Cada vida importa en sí misma. Y por cada vida, por una sola vida, valía la pena esa Manifestación.
Mucha gente dirá que la Manifestación no conseguirá impedir la ley que favorece aún más el aborto. Pero esto a las personas que estábamos allí no nos va a frenar en nuestra defensa por la vida. Seguiremos hablando claro. Seguiremos recurriendo a acciones pertinentes dentro de la legalidad. Seguiremos luchando con medios pacíficos para que la vida del niño no nacido y de la mujer que está alumbrándola sean protegidas.
Y dentro de algunos años, cuando esta pesadilla genocida acabe, sentiremos el noble orgullo de haber contribuido en algo al fin de esta barbarie. Y muchos diremos: “Yo estuve allí. Nosotros estuvimos en la Manifestación del 17-O”.
Los ilicitanos estuvimos allí. Y fuimos por veinte mil motivos, pero todos con un denominador común: defender la vida del niño concebido y no nacido y la vida de la futura madre. Porque “CADA VIDA IMPORTA”.
Salimos de Elche estrenando la mañana, y cuando llegamos a Madrid nos dimos cuenta de que éramos millares. Gente por todas partes con camisetas de la Manifestación. Niños, jóvenes, adultos y ancianos. Cada uno a su ritmo, pero todos alimentando ese canal de solidaridad por la Vida.
Y cuando empezamos a dejarnos llevar por el ritmo de la Manifestación nos fuimos llenando cada vez más de la alegría de todos. Padres con sus hijos pequeños alzando las manos por la Vida. Ancianos, arrastrando los pies, por la Vida. Jóvenes coreando lemas y bailando, por la Vida.
“Sí a la Vida. No al aborto”. “La Vida es progreso. El aborto, retroceso”. “Después diréis que fuimos cinco o seis”. “La Vida es lo primero”. “D. José Luis, a pesar de todo Jesús te quiere. Y nosotros rezamos por ti”. Todos estos gritos y otros mil más fueron ambientando el recorrido. Pero todo era amabilidad, respeto, gente “sana” y un aire joven que revitalizaba el ambiente. Sin ninguna duda, la atmósfera de muerte no estaba en aquella Manifestación. No olía a caduco, ni a rancio, ni a cuota política. Olía a limpio, a juventud, a futuro. Y pronto fui consciente de que a partir de esta Manifestación las cosas ya no van a ser como antes.
A la gente le daba igual si asistían o no políticos, eclesiásticos importantes, o famosos. Ellos lo tenían claro: su postura a favor de la vida era fruto de una convicción profunda. No se fundaba ni en motivos políticos, ni eclesiales, ni en el famoso de turno. Cada vida importa en sí misma. Y por cada vida, por una sola vida, valía la pena esa Manifestación.
Mucha gente dirá que la Manifestación no conseguirá impedir la ley que favorece aún más el aborto. Pero esto a las personas que estábamos allí no nos va a frenar en nuestra defensa por la vida. Seguiremos hablando claro. Seguiremos recurriendo a acciones pertinentes dentro de la legalidad. Seguiremos luchando con medios pacíficos para que la vida del niño no nacido y de la mujer que está alumbrándola sean protegidas.
Y dentro de algunos años, cuando esta pesadilla genocida acabe, sentiremos el noble orgullo de haber contribuido en algo al fin de esta barbarie. Y muchos diremos: “Yo estuve allí. Nosotros estuvimos en la Manifestación del 17-O”.
No pudé asistir a la Manifestación, pero mi corazón estaba con todos vosotros en esas calles madrileñas abarrotadas de gente. Lo estuve viendo por televisión y era emocionante ver a las miles de personas, decían casi dos millones, y estoy segurísima de que llegaba a esa cifra. Jóvenes, ancianos, padres, madres, bebés en brazos de sus padres...todos unidos con un mismo grito en sus gargantas, "SI A LA VIDA!!", se notaba el ambiente de respeto, ese ambiente de gente "sana", como bien has dicho. Estoy segurísima que esta Manifestación hará cambiar mucho, sobre todo, lo mas importante, tocar el corazón de mucha gente que anteriormente no comulgaba con las mismas creencias y ahora lo estarán meditando, viendo que somos muchos los que apoyamos a las personas indecisas en dar a luz a su hijo, a las personas que sufren maltratos y a las personas enfermas que tienen derecho a seguir viviendo hasta que Dios les llame, estoy segura que a partir del 17-O muchas cosas cambiarán.
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