El Atrio de los Gentiles era el espacio del antiguo Templo de Jerusalén que no estaba reservado a los israelitas, al que podía acceder cualquier persona independientemente de su cultura, nación o religión. La idea de crear un espacio de encuentro entre creyentes y no creyentes fue propuesta por Benedicto XVI el 21 de diciembre de 2009, durante un discurso pronunciado ante la Curia Romana:
"Creo que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de 'atrio de los gentiles' donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio está la vida interna de la Iglesia", afirmaba el Papa.
"Al diálogo con las religiones debe añadirse hoy sobre todo el diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, a pesar de eso, no quisieran estar simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido", aclaraba.
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