1. De pie, inclinado, para expresar humildad. "Señor, Yo no soy digno de que entres bajo mi techo" (Mt 8, 8)
2. Postrado en tierra, para pedir perdón por los propios pecados. "¡Oh Dios!, ten compasión de mi que soy un gran pecador" (Lc 18, 13)
3. De pie, utilizando las disciplinas, mortificaba su cuerpo. Mientras recitaba devotamente el "Miserere" o el salmo "De Profundis". Esta penitencia era por expiación de las propias culpas o por los benefactores con cuyas limosnas eran sustentados.
4. De rodillas, mirando al Crucificado, haciendo penitencia para participar en los sufrimientos del Señor. "Señor, si tú quieres puedes limpiarme"(Lc 5, 12)
5. De pie, delante del altar, erguido, sin apoyarse ni sostenerse en ninguna parte con las manos delante del pecho a modo de libro abierto. Parecía que mientras oraba con gran respeto y devoción, meditaba las palabras como si estuviese leyendo en la presencia visible de Dios.
6. De pie, con las manos abiertas en forma de cruz, mirando al Crucificado para contemplar al Sumo Amor.
7. De pie, con la mirada hacia el cielo sintiéndose atraído al mundo de Dios. Oraba con las manos levantadas sobre su cabeza, bien unidas bien abiertas, como si fuese a recibir algo del cielo.
8. Después del rezo de las horas canónicas y también después de la acción de gracias que se hace después de las comidas. Se retiraba a un lugar solitario, en la celda o en otro sitio para leer u orar, permaneciendo consigo y con Dios. Se sentaba tranquilo, abría el libro y hecha la señal de la cruz, leía prestando su atención con dulzura, como si oyese hablar al Señor.
9. La oración durante los viajes entre un convento y otro. Recitaba con los compañeros las Laudes, la Hora media y las Vísperas y, atravesando los valles o las colinas, contemplaba la belleza de la creación. Surgía de dentro de él un canto de alabanza y acción de gracias a Dios por todo, principalmente por la Redención realizada en Cristo.
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