Hoy, que celebramos la memoria de San Juan XXIII, y estamos en el mes del Santo Rosario, quiero contaros esta anécdota.
En plena guerra fría, cuando el mundo estaba al borde de una guerra nuclear por la Crisis de los Misiles, al Papa San Juan XXIII le preocupaba mantener el diálogo entre las naciones. Por ese motivo recibió en audiencia privada al director del diario "Pravda", Aleksei Adzhubei y su esposa Rada, hija del Primer Ministro soviético Nikita Krushev.
Los recibió en su biblioteca. Después de conversar, entre otras cosas, sobre los Santos de Rusia y de su maravillosa liturgia, San Juan XXIII tomó un rosario y se lo entregó a Rada.
"Señora, mis allegados me dicen que a una princesa no católica debía ofrecerle algunas monedas o sellos; pero yo le doy un rosario ya que nosotros, los sacerdotes, además del rezo bíblico de los salmos, tenemos esta forma popular de oración. Para mí, el Papa, los quince misterios son quince ventanas, a través de las cuales contemplo, a la luz del Señor, los acontecimientos del mundo. Rezo uno en la mañana, otro a principios de la tarde, otro en la noche... a la gente le gusta escuchar cuando digo que, en el tercer misterio gozoso - el del nacimiento de Jesús - ruego por todos los que nacen durante el día, y que, católicos o no, reciben al llegar a este mundo las bendiciones del Papa. Cuando rece el tercer misterio, pediré también por sus hijos, señora”.
La señora Adjoubei, con el rosario en las manos, respondió: "Gracias, Santo Padre:" ¡Le estoy muy agradecida! Se lo diré a mis hijos”.
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