En estos momentos en algunos ambientes está volviendo la polémica sobre la conveniencia o no de la presencia pública de los signos religiosos, y en concreto sobre la presencia de la cruz. Quiero aportar unos puntos de reflexión que un amigo sacerdote compartió conmigo hace tiempo y que pueden iluminar esta polémica:
1.En lo referente a esta cuestión, la Iglesia ofrece orientaciones. A partir de ellas, cada cristiano debe actuar asumiendo su propia responsabilidad, es decir, no tomando una opción personal en nombre de la Iglesia, sino en nombre propio.
2. Toda persona tiene derecho a defender sus creencias con medios legítimos que no atenten contra el bien común.
3. La presencia de la cruz en los ámbitos públicos de nuestros pueblos y ciudades expresa, por una parte, una tradición que ha contribuido a forjar la historia, la cultura, y los sentimientos de una sociedad; por otra, la cruz manifiesta valores como el perdón, la misericordia, la solidaridad hacia el más débil y necesitado, sin distinción de raza, religión o nación. Recordemos lo que dijo el que fuera alcalde socialista de Madrid, Tierno Galván: "el Crucifijo no hace daño a nadie, es símbolo de paz".
4. La
defensa de la cruz nunca puede ser empleada como ariete para ir contra los
demás. Y no debe ser utilizada para banderías políticas. La cruz debe ser instrumento de comunión, no de división y enfrentamiento.
5. Hay muchos caminos legítimos para la defensa de la presencia pública de los signos religiosos, y todos ellos opinables. Es decir, no existe solo una opción para esta defensa, sino varias. Cada cual actúe en conciencia.
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