En estos días he vuelto a vivir, en primera persona, aquella escena del Evangelio en la que los Apóstoles, después de una actividad evangelizadora intensa, vuelven a reunirse con el Señor. El les dijo: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Se fueron en una barca a un lugar apartado ellos solos” (Mc 6, 31).
Necesitaba alejarme existencialmente –y también físicamente- del ajetreo diario para descansar en el Señor, y recibir de El la luz y la fuerza que me ayudaran a reorientar mi vida interior, en una mayor fidelidad y generosidad a los designios de Dios sobre mí.
A todos los que entráis en este blogg, os recomiendo vivamente este viaje interior en el que siempre nos encontramos con el que es el Camino, la Verdad y la Vida. Es un viaje que realmente nos descansa, porque sin El todo se vuelve difícil, angosto y estéril.
Si hace tiempo que no habéis realizado esta “excursión”, no tengáis miedo y ¡hacedla!. Notaréis cómo os crecen alas en el alma para poder amar diligentemente con el mismo amor de Cristo.
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