Aleteia/03.05.2016
El
filosofo mexicano Rodrigo Guerra responde a la durísima acusación del filósofo
alemán Robert Spaemann contra el Papa
El
pasado 28 de abril, Robert Spaemann, calificado como uno de los filósofos
católicos más importantes del mundo, concedió una entrevista en alemán a la
Catholic News Agency sobre la reciente Exhortación Apostólica postsinodal del
Papa Francisco: Amoris laetitia el pasado 28 de abril.
En
ella, el académico berlinés –filósofo cercanísimo a san Juan Pablo II y amigo
de Benedicto XVI– sostiene que Francisco ha roto con la doctrina del propio san
Juan Pablo II expresada en las encíclicas Veritatis splendor y Familiaris consortio.
Así
mismo, plantea, en una premisa temeraria y muy seria para los tiempos que
corren en la Iglesia, que el Papa abre la puerta a un cisma. Por ello, hemos
planteado una serie de preguntas al filósofo mexicano Rodrigo Guerra, quien conoce
al profesor Spaemann y coincide con muchas otras valoraciones en calificarlo
como un gran filósofo católico, y un hombre, en muchos sentidos,
extraordinario, pero cree que en este caso está equivocado en su juicio.
El profesor
Spaemann sostiene que el parágrafo 305 de “Amoris laetitia” y la nota 351 son
incompatibles con el número 84 de “Familiaris consortio” ¿cuál es su opinión?
Oponer
la enseñanza de Francisco con la de Juan Pablo II es un error. Francisco
claramente señala que una persona que
viva en una situación objetiva de pecado pero que no sea subjetivamente
culpable, eventualmente puede acercarse a los sacramentos. Esto no es
ninguna novedad. Es doctrina constante
que no basta la materia grave para constituir un pecado mortal. Es preciso el
pleno conocimiento y el pleno consentimiento.
En
otras palabras, Francisco sostiene la doctrina respecto de la imposibilidad de
acercarse a la Eucaristía si una persona está en verdadero pecado mortal. La cuestión que requiere discernimiento
paciente es precisamente si existe o no pecado mortal propiamente dicho en cada
situación irregular.
¿Los divorciados
vueltos a casar pueden acercarse a la Eucaristía conforme a lo que enseña el
Papa Francisco?
La
expresión “divorciados vueltos a casar” es muy amplia y abraza un sinnúmero de
situaciones particulares. En algunos casos, previo discernimiento,
acompañamiento pastoral y confesión sacramental, podrán hacerlo. Francisco
también nos dice que en algunas ocasiones no encontrarán una respuesta conforme
a sus deseos. Lo importante, dice es entender la via caritatis: sólo hay camino
en el amor.
Comprender las
situaciones difíciles nunca implica negar la verdad que anuncia la vida
evangélica.
Pero, al mismo tiempo, el anuncio de la verdad es preciso que encuentre caminos
llenos de amor y compasión. Cuando la verdad se afirma sin caridad, destruye. Y
cuando la caridad se afirma sin verdad, confunde.
Spaemann insinúa
que Francisco no acoge la condena a la ética de situación realizada por san
Juan Pablo II en “Veritatis splendor” y que se inscribe en una corriente
jesuítica situacionista que proviene del siglo XVII. ¿Es esto cierto?
Este
es un grave error que solo puede ser afirmado por ignorancia o por prejuicio.
No hay “moral de situación” en Francisco. Lo
que existe son situaciones y circunstancias que hay que comprender bien antes
de juzgar. Sólo de esta manera se puede, entre otras cosas, descubrir el
grado de imputabilidad del acto realizado.
También dice:
“quisiera que el Papa me dijera después de cuánto tiempo y bajo qué
circunstancias un comportamiento objetivamente pecaminoso se convierte en una
conducta agradable a Dios.” ¿Qué opina usted?
El
29 de abril el Papa Francisco ha dicho que un cristiano no debe andar entre
tinieblas, porque allí no está la verdad de Dios, pero si cae, puede contar con
el perdón y la dulzura de Dios, que lo devuelve a la vida de la Luz. Así mismo,
en la propia Amoris laetitia dice con gran fuerza que cualquier forma de
relativismo sería una falta de fidelidad al evangelio.
¿”Amoris
laetitia” coloca a la Iglesia en un riesgo de cisma?
El
cisma surge cuando se fractura la comunión. La comunión con el Sucesor de Pedro
se basa en la fe, es decir, en la certeza de que Cristo no abandona ni a
Francisco ni a su Iglesia. El Concilio Vaticano II nos enseña que el Papa es el
principio y fundamento perpetuo y visible de unidad en la Iglesia. Posee
potestad plena, suprema y universal. Sólo hay cismas visibles o encubiertos
cuando al interior del corazón dejamos crecer nuestra propia vanidad y
soberbia. Los “académicos” e “intelectuales” somos especialistas en este tipo
de vicios pero estamos llamados a superarlos si nos dejamos acompañar y educar.
¿Qué mensaje le
compartiría al profesor Spaemann y a quienes simpatizan con sus
cuestionamientos?
La
desproporción intelectual entre el profesor Spaemann y su servidor es inmensa.
Lo único que me atrevo a decir con afecto pero con verdad es que María abrazó
el anuncio del Ángel no porque todas sus dudas se hubieran despejado. Lo
decisivo fue que Ella había sido como dispuesta por dentro desde antes. Su
corazón, lleno de libertad, ¡lleno de gracia! y sin arrogancia, estaba
disponible a acoger con fe la palabra del mensajero de Dios.
Y, por último,
¿no es legítimo tener discrepancias con el Papa?
Es
legítimo tener discrepancias con Francisco en tal o cual afirmación. Por ello,
se debe buscar resolver las dudas, con humildad, con paciencia, y sin creerse
ya poseedor de la verdad. El camino puede ser lento, pero el fruto sobrenatural
será grande. Lo que me parece gravemente imprudente es hacer una declaración
pública que cuestiona la autoridad del legítimo sucesor de Pedro y que convoca abiertamente
a una actitud de resistencia en la que “cada obispo y sacerdote” deba
“defender” una enseñanza distinta a la que nos regala Amoris laetitia, tal y
como hace el profesor Spaemann en la entrevista recién publicada.
Bueno, y algo
más: este debate se da en el marco del Año de la Misericordia…
Para
mí es motivo de una profunda reflexión. Justo en el momento en que Dios nos
regala gracias especiales para el perdón, el reencuentro y la comunión existe
como una sutil subversión revestida de una aparente “ortodoxia” que busca
boicotear aquí y allá el que todos podamos reconocernos pecadores,
reconciliarnos y acogernos a la misericordia de Dios. Esto es un misterio.
Por
otra parte, respondo a esta entrevista el día 29 de abril, fiesta de Santa
Catalina de Siena. Ella en algún momento en el que los cardenales criticaban
duramente al Papa Gregorio XI se dirige a él a través de diversas cartas con
palabras que tal vez sean hoy oportunas: “Valor, Padre mío. Sed hombre. Os digo
que nada tenéis que temer… No seáis un niño tímido. Sed hombre, y tomad como
dulce lo que es amargo… Obrad virilmente, que Dios está de vuestra parte.
Ocupaos en ello sin ningún temor; y por más que veáis fatigas y tribulaciones,
no temáis, confortaos con Cristo, dulce Jesús… Que entre las espinas nace la
rosa, y entre muchas persecuciones brota la reforma de la Iglesia”.
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