Esta mañana he recibido, enviado por un
amigo, este pequeño artículo y me ha parecido bien publicarlo. Lo publico
literalmente, sin añadir nada. No es mi opinión sino la suya. Creo que puede servir para hablar del tema,
pero con paz, serenidad y respeto. Ya
opinaréis vosotros en el blog.
Si cualquiera de nosotros introdujera
estas tres palabras en google -“Elche, colegio, belén”-, inmediatamente
aparecería la noticia que, como se dice ahora, está siendo viral en la red.
Las tutoras de Educación Infantil de 3
años de un colegio de la Ciudad de las Palmeras –no sé si los otros tutores de
los otros cursos lo han hecho- han enviado un escrito a los padres de los niños
para que traigan objetos para decorar las aulas con motivo de la Navidad, pero –literal-
“por favor que no sea grande (árbol de navidad) ni con motivos religiosos
(belén)”.
Creo que estas tutoras han olvidado su
misión en un colegio: ayudar a los niños a abrirse al conocimiento del mundo
que les rodea. Por eso los alumnos estudian no sólo matemáticas, sino también
lengua española, inglés, música, arte, las tradiciones y costumbres del pueblo
o ciudad en el que viven. Esta es la hermosa labor de un centro escolar: que el niño descubra la
realidad que le rodea para saber vivir en ella.
Una de esas realidades que configuran la
vida de todos nosotros en esta ciudad de Elche es la Navidad, sea uno
cristiano, musulmán, budista, agnóstico o ateo. Las calles se iluminan. Los
escaparates se decoran. En las casas hay comidas y detalles especiales… Es
Navidad. Se recuerda –si no se quiere celebrar- que hay un acontecimiento que
ha cambiado el mundo: el Nacimiento de Jesucristo. Y nada más. Y un colegio,
que está alimentándose de una cultura occidental, es de justicia que recuerde
con el belén este acontecimiento. Recordarlo no es adherirse a él. Es sólo eso,
recordarlo.
Pero los padres son los primeros tutores
de sus hijos, y son ellos los que tienen que manifestar, con buenas formas y
claridad, si están realmente de acuerdo con esta medida. Creo que estas tutoras
han intentado no herir ninguna susceptibilidad que se siente extraña ante la
Navidad, pero han herido, sin pretenderlo, a una gran mayoría de familias que viven
la Navidad “tradicional”, con María, José y el Niño, de un modo sencillo, sin
estridencias ni fundamentalismos. A
veces los que dicen rechazar los dogmas y los fundamentalismo suelen ser más
dogmáticos y fundamentalistas… Es el fundamentalismo de negar lo que forma
parte de una cultura y de una tradición que ha originado una gran corriente de
humanidad y cultura expresada en el arte, la música y en la generosidad por los
más necesitados.
Francisco Pedro González