La mayoría de la prensa nacional tiene su cuota de anuncios donde se difunde esa forma de esclavitud que reduce al ser humano a un objeto de uso y consumo.Cada periódico tiene su línea. Una está más a la izquierda. Otra, más a la derecha. Pero todos comparten el negocio de “hacer la calle… o lo que sea”. El euro es el euro.Cada periódico buscará la verdad que está detrás de cada acontecimiento. Sacará a la luz la corrupción política, económica y la injusticia de las guerras. Defenderá la dignidad de la mujer, y denunciará la tortura y la falta de libertad de aquella dictadura lejana. Pero cada periódico, con su sección de anuncios XXX…, estará alimentando la infección más terrible: que el ser humano deje de ser tratado según su dignidad de persona para rebajarlo a “algo” que uno paga por utilizar.
Esa prensa se llenará de sensacionalismo abriendo los pozos negros donde se estaba incubando el mal que ponía en peligro a la sociedad. Pero al mismo tiempo estará inoculando en ella, con su publicidad, el veneno de esa práctica mercantil de “vender el cuerpo” a aquellos que lo quieran comprar.
Esa prensa denuncia la injusticia, pero ella también la practica.
Esa prensa ataca la mentira, pero ella vive inmersa en ella.
Esa prensa no puede callar ante el mal, pero gracias a él puede seguir viviendo.
Esa prensa quiere el bien del hombre, pero pacta con los que lo prostituyen.
Únicamente se salvan de potenciar esta “industria porcina” los siguientes periódicos: La Gaceta de los Negocios, Público, 20 Minutos y Avui. ¡Felicidades!
¿Y nuestros dos grandes periódicos provinciales, Información y La Verdad?. Por desgracia también participan del “negocio”.
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