sábado, 19 de octubre de 2019

LO MÁS INTERESANTE ESTÁ CERCA DE NOSOTROS



“Observen atentamente lo que ocurre cada día en sus parroquias, porque siempre están ocurriendo cosas interesantes. Tengan tiempo para contemplar a la gente, y descubrirán muchos comportamientos heroicos, y serán testigos de la magnanimidad de tantas personas que tienen cerca”.

Éstas eras las palabras que un periodista nos dirigía a un grupo de sacerdotes hace algún tiempo. Intenté llevarlas a la práctica y la profecía se cumplió, y se sigue cumpliendo cada día en la vida de una parroquia. En la gente que tienes cerca se entrecruzan acontecimientos que están tejidos de heroísmo y generosidad; actitudes revestidas de sacrificio y alegría al mismo tiempo. Personas corrientes que viven lo cotidiano sin ser del todo conscientes de que cada instante tiene entrañas de eternidad. Y en ese “no darse cuenta” de la grandeza de la vida que están viviendo es precisamente donde radica lo extraordinario de sus vidas. Estamos rodeados de héroes anónimos: desconocidos para los demás y también para ellos mismos.

Está esa mujer que ya ha luchado contra tres cánceres, a cuál más cruel, y sigue saliendo a la calle, bien arreglada, maquillada, con una sonrisa de oreja a oreja, como si no pasara nada, fortalecida por su fe, la eucaristía y el apoyo incondicional del cariño de una familia que la mantiene a flote en medio de tantas tempestades.

Está ese padre de familia que ha perdido el trabajo y que vive sólo del sueldo mínimo de su esposa, y que hace un llamamiento a sus cuatro hijos, porque es tiempo de estrecheces. Y cómo los hijos –adolescentes y jóvenes- reaccionan con alegría reduciendo al máximo sus caprichos, asumiendo sus deberes de estudio con mayor responsabilidad y, quitándole importancia al problema, se unen más a sus padres con generosidad de ánimo y sin victimismos.

Está esa señora mayor que, habiendo sido relegada por sus hijos, ahora tiene que ir sosteniéndolos con su “paguita”, porque se están quedando sin nada. Y lo hace con todo el cariño incondicional de una madre que inmediatamente olvida los desprecios y rechazos de los que engendró.

Está ese adolescente que, domingo tras domingo, participa de la eucaristía sólo, sin el grupo de amigos que no quiere asistir. Y lo hace porque un día se comprometió con Jesús, y no piensa fallarle. A veces le cuesta cumplir la promesa, pero ¡la cumple!.

Está esa persona que, como ángel de la guarda, aparece con su sobre con la cantidad exacta de euros que necesitas para sacar de un apuro a una familia urgentemente necesitada.

Está ese se señor de mediana edad que con frecuencia te encuentras en el reclinatorio del templo llorando, y al preguntarle si necesita ayuda, tan sólo te dice: “Lloro de alegría y de dolor, porque el Señor me quiere tanto, y yo le he negado tantas veces…”.

Y está ese viejecito que, notando próxima su muerte, te habla con paz de lo que experimenta en esos momentos… Y sólo descubres en él entrega, trabajo intenso, familia y oración.

Realmente lo más importante está ocurriendo cerca de nosotros. Doy gracias a Dios por regalarme la posibilidad de experimentarlo con frecuencia.

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