lunes, 30 de noviembre de 2009

UNA SENTENCIA AVALA QUE LOS CENTROS EDUCATIVOS PUEDAN INSTALAR BELENES


MARGA JIMENEZ-FONTES. INFORMACION. 30.11.2009

En los últimos días la polémica ha llegado a muchos centros educativos.

Hay quienes no quieren que las aulas sigan estando presididas por crucifijos o, ahora que la Navidad está próxima, tampoco desean que los belenes o la decoración relativa a esta época del año tomen las instalaciones de los colegios. Mientras unos y otros discuten por qué se debería hacer, la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Murcia (TSJ) ha dictado una sentencia en la que establece que la colocación de un belén en un instituto de Murcia no vulnera ningún derecho, por lo que defiende su instalación.

Los hechos se remontan a diciembre de 2008, cuando un profesor del citado centro murciano interpone un recurso contencioso administrativo contra la consejería de Educación, pidiendo la retirada del vestíbulo de entrada del instituto del belén ubicado durante las Navidades, "sin perjuicio de que pueda situarse en la clase de religión y de que se declare su derecho a no usar simbología religiosa o católica en la actividad 'Tunear tu aula en Navidad' en la decoración de zonas comunes del centro". Dicha actividad consistía, aprovechando las fechas navideñas, en adornar el centro. El profesor demandante alegó que la colocación de dicho belén "vulnera el derecho a la igualdad y el derecho a la libertad religiosa", por lo que solicitó a la Consejería que lo retirara.

Ante esto, la Sala del TSJ afirma, ante la cuestión planteada, que la instalación del belén no viola los derechos fundamentales alegados por el demandante y asegura que, de acuerdo a la Constitución, "no vivimos en un Estado laico, sino aconfesional. Por lo tanto, la neutralidad del Estado y de las Administraciones no debe llegar al extremo de limitar o restringir las libertades o derechos de los ciudadanos, ya que podría darse en ese caso una discriminación negativa".

domingo, 29 de noviembre de 2009

HISTORIAS PARA REZAR: CARTA DEL SEÑOR A TODOS LOS HIJOS CON PADRES ANCIANOS


Hoy te desesperas porque tus padres están viejos y achacosos. Se han convertido en una intromisión en tu apretada agenda, en una vergüenza cuando estas con tus amigos.

Comprende. Ahora tus padres están viejos. Es tu oportunidad de reflexionar y crecer en el amor. Los he puesto en tus manos para que aprendas a amar. El problema no son ellos. Eres tu que has olvidado de lo que es amar. Se te ha endurecido el corazón y ahora es el momento de recapacitar. Ahora te llamo al amor para con ellos. El amor todo lo vence.

Si ellos derraman su comida sobre su ropa, si les cuesta atarse los zapatos. Así fuiste tú, y ellos te amaron.

Si les cuesta hablar y repiten lo mismo. Así fuiste tú, y ellos te amaron.

Si tienen sus manías y sus achaques. Recuerda, así fuiste tú, y te amaron.

Si te parecen inútiles y si no comprenden las nuevas tecnologías. Recuerda así fuiste tú, y ellos te amaron.

Si caminan muy despacio y sacarlos a pasear requiere de tu paciencia. Recuerda, así fuiste tú, y ellos te amaron.

Si se hacen las necesidades en la cama. Recuerda así fuiste tú, y te amaron.

Si te gritan y se incomodan sin razón, recuerda los lloriqueos que ellos soportaron de ti. Todo por amor.

Si te dicen que no quieren vivir. Comprende. Solo te están demostrando su dolor y frustración porque sienten ser una molestia en tu vida. Es tu oportunidad para demostrarles con tu amor que ellos son mas bien un don porque los amas. Ellos te están enseñando a amar.

Recuerda, no hace mucho fuiste pequeño y ellos estuvieron a tu lado. Las mismas cosas de que te quejas las hiciste tu y ellos lo comprendieron todo. ¿Sabes por qué?. Porque te amaron.

La misión de tus padres contigo no ha terminado. Yo me serví de ellos para darte vida y formarte en un hombre adulto, ahora te los pongo en tus manos para que te liberes de ti mismo y entres en la madurez del amor.

No temas. Yo estoy a tu lado. Aprende a interpretar lo que te digan a la luz de mis enseñanzas y tendrás paz.

Firmado: Tu Señor y Salvador, Jesucristo

sábado, 28 de noviembre de 2009

jueves, 26 de noviembre de 2009

CUANDO NO SE CREE EN DIOS, SE PUEDE CREER EN CUALQUIER COSA


Dijo Chesterton: "Dejad de creer en Dios y creeréis en cualquier cosa". Os voy a presentar un hecho histórico que muestra perfectamente la verdad de estas palabras.

Del 19 al 23 de Octubre de 1940, Heinrich Himmler, la mano derecha de Adolf Hitler, realizó un viaje por España con fines políticos y propagandísticos. El último día estuvo en Barcelona y por la tarde se dirigió al monasterio de Monserrat. ¿Cuál era el objeto de la visita del jerarca nazi más poderoso del Tercer Reich, después de Hitler, a este santuario mariano?. Pronto lo descubriremos.

Cuando llegó al monasterio, el abad Antoni M. Marcet, que no quería recibir al jefe nazi, encargó al joven monje Andreu Ripol, que hablaba perfectamente alemán, la tarea de acompañar a Himmler. La visita fue muy tensa porque Andreu tampoco veía con buenos ojos a este repentino visitante.

Cuando la comitiva se detuvo ante la imagen negra de la Virgen de Monserrat, el monje Ripol explicó la costumbre de besarla. Como respuesta, Himmler comentó: "Ya acabaremos nosotros con estas supersticiones".

Seguidamente pidió visitar la biblioteca del monasterio, porque quería examinar los documentos más antiguos del santuario con el fin de encontrar la documentación que acreditara que en Monserrat se hallaba el Santo Grial, la copa que Cristo utilizó en la Última Cena.

Himmler, que momentos antes había rechazado como superstición ese gesto cariñoso de besar la imagen de la Virgen, ahora manifestaba un desorbitado interés por encontrar esa reliquia cristiana. ¿Por qué?. Él creía, y con él gran parte de la plana mayor del partido nazi, que quien poseyera el Santo Grial ostentaría un poder sobrehumano, sería invencible. Y ¿por qué iba a estar en Monserrat esta reliquia?. Porque estaba convencido que este monte era el Montsalvat de la leyenda de “Parsifal” de Wagner.

El monje Ripol manifestaría después: “Era increíble tanta incultura”.

El jerarca nazi abandonó la abadía sin encontrar lo que buscaba. No besó la imagen de la Moreneta por considerarla “superstición”, pero su mente y su corazón estaban repletos de leyendas y fantasías.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

UNIÉNDONOS A MONS. JOSÉ IGNACIO MUNILLA


Ante las críticas amplificadas que está recibiendo el nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián, este blog quiere, de algún modo, reparar tanto desatino pidiendo oraciones por Mons. Munilla y presentando un testimonial artículo que Cristina L. Schlichting ha publicado hoy en La Razón.

UN CURA DE AÚPA

Cristina L. SCHLICHTING. LA RAZÓN. 25.11.2009

Hace diez años servidora era reportera –en puridad nunca lo ha dejado de ser– y subía con frecuencia al País Vasco. A menudo era Guipúzcoa el destino inevitable (porque mataban mucho en los pueblos) y en Zumárraga me encontré un sacerdote peculiar, un tipo joven, con apellidos vascos por los cuatro costados que, para variar, no había sucumbido al nacionalismo. Tenía una fe brutal, conmovedora y sólo creía en Dios. Practicaba el Evangelio sin pudor, a lo franciscano.

Un verano dejó su piso a un mendigo y se marchó de vacaciones. El invierno siguiente fue muy duro. El joven párroco había recibido el encargo de organizar las colectas y la construcción del templo que le habían adjudicado y tenía en su contra a las hordas abertzales, que acudían a insultarlo cuando celebraba misa y arrojaban botes de pintura contra los muros del edificio recién nacido. El cura no se asustaba, salía a la calle revestido y hacía frente serenamente a los terroristas, como un san Esteban. Una de las veces en que tuvo lugar el siniestro aquelarre pasaba por la calle un hombre desarrapado que se lanzó contra los agresores gritando: «¡A mi amigo no, dejadlo en paz!». El señor –el mendigo– consiguió arrancarle el pasamontañas a uno de los delincuentes. Quedó a la vista que se trataba del hijo de una de las catequistas y, una vez descubiertos, los agresores huyeron.

El joven sacerdote protagonizó muchas más anécdotas. Por ejemplo, eran muy sonados sus viajes a Fátima con los chicos de la parroquia. Era tanta su fe, que la curiosidad movía a los jóvenes –incluso batasunos– a seguirlo y todos los años se convertían algunos en la visita a la Virgen. En consecuencia, los de HB esperaban el regreso del autobús a pie de calle, para ver si podían «recuperar» a los suyos. Ahora dice Josu Erkoreka, el portavoz del PNV en el Congreso, que el nombramiento de José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián –ya tiene 48 años y ha pasado por dos diócesis– «es una operación poco evangélica liderada por Rouco Varela». Yo, qué quieren que les diga, creo que basta con lo relatado.

martes, 24 de noviembre de 2009

NIÑOS ATEOS SIN SABERLO


De forma inconsciente, la nueva campaña atea de Reino Unido ha echado mano de una pareja de hermanos cristianos para promocionar sus postulados. Las fotos, compradas a una agencia de publicidad, retratan a los hijos de un anglicano evangélico

EMILI J. BLASCO LONDRES. ABC. 24.11.2009


Tiro por la culata. Debían representar la alegría vital de dos niños libres de las ataduras de la religión de sus padres, pero resulta que la nueva campaña atea en el Reino Unido ha echado mano, sin saberlo, de las fotos de dos hermanos que en realidad están bautizados como cristianos y que si se muestran tan alegres, según dice su padre, es por los valores que, a través de la religión, han aprendido en casa y en la iglesia.

«Por favor no me etiquetes», dice el principal lema de la nueva campaña, que va acompañado de otro con tipografía algo más pequeña: «Déjame crecer y escoger por mí mismo». Es la segunda gran oleada de publicidad exterior del movimiento ateo del Reino Unido, articulado por la Asociación Humanista Británica y dirigido por el divulgador científico Richard Dawkins. La primera, lanzada a comienzos de año en anuncios de autobuses con el mensaje «Probablemente no hay Dios. Deja de preocuparte y disfruta la vida», también llegó a España en medio de una gran polémica.

Olli Mason, de 7 años, y su hermana Charlotte, de 8, aparecen en vallas publicitarias de Londres, Edimburgo, Cardiff y Belfast. Son hijos de Brad Mason, anglicano evangélico conocido en círculos religiosos por haber sido el batería del músico cristiano Noel Richards. Mason es diseñador gráfico y fotógrafo y con el fin de ganar algo de dinero extra para su familia facilita fotografías a agencias que luego venden esas imágenes a empresas de publicidad o periódicos. Entre otras colecciones gráficas, suministró instantáneas con sus hijos. Éstas fueron las que finalmente eligió la Asociación Humanista Británica porque en ellas ambos hermanos aparecen especialmente alegres y felices.

«Obviamente hay algo en sus caras que es diferente», declaró a «The Times» su padre, «por eso fueron escogidas, lo que es irónico y al mismo tiempo un cumplido. Muestra que hemos educado a nuestros hijos de un modo que les hace felices».

Los promotores de la campaña han salido al paso de su error indicando que el que ambos niños estén bautizados como cristianos no desactiva su mensaje. Aducen que lo que éste dice es que «a un niño no se le debe etiquetar por su religión ni suponer que necesariamente tiene los mismos planteamientos vitales que sus padres. No se deba hablar de niño católico, protestante, musulmán, anarquista, marxista, ateo, etc, como clasificándole».

Mensajes contradictorios
Pero estas declaraciones, que parecen enaltecer la libertad religiosa, se ven contradecidas por la segunda parte del lema de la campaña, que reclama no enseñar ningún tipo de religión a los hijos.

Así lo advierte Graham Coyle, presidente de la Fundación de Escuelas Cristianas. «Parece que están diciendo que no quieren que los padres pasen a sus hijos sus creencias acerca de lo que es bueno o malo, del respeto a los demás y vivir en armonía. Si eso es lo que están diciendo, están pidiendo a los padres que no atiendan sus responsabilidades. Es un error decir que se etiqueta a los hijos por el hecho de transmitirles nuestros valores fundamentales». Para Coyle, si un ateo dice a su hijo que no cree en Dios «le está influyendo y transmitiendo esa idea».

2012. EL MUNDO SE DESTRUYE... DEFINITIVAMENTE


Fernando Gil-Delgado . Aceprensa. 13.11.2009


Una particular alineación de planetas en el firmamento provoca una mayor actividad solar, y así la Tierra tiene los días contados: el 21 de diciembre de 2012 será el Juicio Final. Unos pocos científicos se han dado cuenta y han alertado a las autoridades. Los principales gobiernos del mundo se unen en un intento de que la raza humana sobreviva a la catástrofe.

“2012” viene de la mano de Roland Emmerich, autor de “
Independence Day” y de “El día de mañana”, aventuras en las que estuvo a punto de acabar con el planeta y con las que esta tiene muchos puntos comunes. Ahora bien, si en aquellas películas un puñado de héroes salvaba nuestro planeta y la humanidad, esta vez no es posible: el calendario maya, de donde sale el título, termina el 21 de diciembre de 2012.

No es casualidad que en torno a estas fechas hayan aparecido numerosos títulos y filmes de catástrofes, como la pretenciosa “
Señales del futuro”, de Alex Proyas, protagonizada por Nicolas Cage.

En 2012 Emmerich no engaña a nadie y no defrauda a nadie; ofrece lo que es y lo que tiene, es decir su pasión por el cine de género, con una gran cultura cinematográfica, mucho oficio y poderío visual. El espectador sabe perfectamente lo que va a ocurrir y cómo va a ocurrir desde el primer instante, y sin embargo sigue la película con interés a lo largo de sus dos horas y media. El peso de la narración cae sobre dos personajes, el de John Cusack, padre de familia que quiere recuperar el amor de su mujer y sus hijos; y el de Chiwetel Ejiofor, científico asesor de la Casa Blanca, rodeados de un excelente plantel de actores veteranos. Sus historias se cruzan y separan, a un ritmo cada vez más intenso, en una cascada ininterrumpida de sentimientos, humor y acción. No importa que el guión sea increíble –ése es el punto de partida–: importa la puesta en escena, el espectáculo, la ingenuidad de los planteamientos, y el fondo positivo que tiene la película: familia, piedad, bondad y entrega.

Una cascada de efectos especiales bien hechos, de guiños a casi todo el cine de catástrofe que existe, y un final feliz para que disfrute toda la familia, siempre y cuando uno suspenda el espíritu crítico y se disponga, como un niño, a comer palomitas.

lunes, 23 de noviembre de 2009

DIPUTADOS QUE NO PUEDEN COMULGAR


Antonio Martínez Belchi. Profesor de Filosofía. Análisis Digital

Esta mañana, en clase de Historia de la Filosofía con 2º de Bachillerato, y como estamos viendo el tema de las pruebas de la existencia de Dios en la filosofía de Santo Tomás de Aquino, ha surgido un debate sobre las relaciones entre Iglesia y Estado. Y un alumno beligerantemente anticatólico, se ha referido, indignado, a las palabras recientemente pronunciadas por monseñor Martínez Camino, Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, que, como se sabe, ha dicho que los diputados católicos -o supuestamente católicos- que voten a favor de la ley del aborto no podrán -mientras, claro, no se reconcilien con Dios a través del sacramento de la penitencia- acercarse en misa a recibir la comunión.

Martínez Camino tenía en mente, sobre todo, a los diputados del PNV que, según parece, van a votar a favor de la nueva ley de Zapatero. Y el alumno al que me refiero -y algún otro que lo ha apoyado-, cuando le he preguntado por qué consideraba tan escandaloso que se excluyera de la comunión a un diputado que dé su aprobación a la ley del aborto, me ha respondido que “la Iglesia dice que todos somos iguales y, además, tiene que perdonar”. No es un argumento muy fino y matizado, como se ve; pero, en lo sustancial, coincide con lo que personas supuestamente mucho más cultas piensan sobre el asunto: como “todos somos iguales”, “todos tenemos derechos a tomar la comunión cuando nos dé la gana” -¡vaya discriminación si un sacerdote se atreve a negársela a alguien!- y, como “la Iglesia tiene que perdonar”, no puede adoptar ninguna medida disciplinaria contra quien, siguiendo los sorprendentes dictados de su conciencia, la disciplina de voto de su partido o las cambiantes conveniencias de la coyuntura política, vota a favor de algo que, como el aborto, choca frontalmente con los principios más básicos del cristianismo.

A buen seguro, habrán sido muchos quienes, en las últimas horas, tras escuchar la Ser, ver el telediario de Cuatro o leer El País, se habrán indignado de manera semejante a como lo ha hecho mi alumno. Sin embargo, con ello demostrarán que ni siquiera se han parado un momento a reflexionar. Por ejemplo, no han pensado en lo que sucede si un diputado se atreve a romper la disciplina de su partido y emitir un voto contra la posición oficial que éste mantiene respecto a algún tema relevante. Todos sabemos que si, desatendidas las pertinentes conminaciones, tal cosa sucede y el diputado díscolo y montaraz se pasa por el forro las insistentes órdenes de sus superiores, tiene que enfrentarse a unas consecuencias que irán desde la mera sanción económica hasta, en último extremo, la expulsión fulminante del partido en el que milita. Además, es una cosa que se entiende perfectamente: de acuerdo que, en determinados casos -muy contados, por cierto-, los partidos políticos permiten que sus diputados voten en conciencia; pero, en la inmensa mayoría de los casos, los parlamentarios se convierten en meros peones que transmiten las consignas de la cúpula directiva de su formación, y que cierran filas -también al votar- porque, como dijera en su día Alfonso Guerra con su gracia y mala leche habituales, “el que se mueva no sale en la foto”. Otra cuestión es lo que todo esto nos parezca a efectos del tipo de “democracia” en el que vivimos, más parecida a una partitocracia dominada por ciertas castas oligárquicas que otra cosa. Ahora bien: el caso es que, si un diputado se salta a la torera las indicaciones de sus superiores, resulta lógico que reciba una sanción. Y a todos nos parece perfectamente comprensible.

Sin embargo, por alguna extraña razón, cuando es la Iglesia la que, aplicando esta misma lógica, impone una sanción canónica al parlamentario católico -o que así se define- que vota a favor del aborto, enseguida un montón de gente empieza a hacer aspavientos y a rasgarse las vestiduras. Al parecer, los principios que sirven para cualquier otro caso resultan inaplicables cuando se refieren a la Iglesia: ésta tiene no ya que “perdonar”, sino que cruzarse de brazos y no hacer nada aunque quien se declara públicamente católico hace algo que repugna a la entraña misma del cristianismo. ¿Por qué? Seguramente porque, para algunos, la religión debería asemejarse a una especie de vago espiritualismo compuesto, a partes iguales, de blandenguería y buenos sentimientos dispuestos a contemporizar con lo que sea: “Es que lo del aborto es una cuestión muy personal”, “es que nadie tiene derecho a inmiscuirse en una decisión muy íntima de la mujer”, “es que cada diputado, aunque sea católico, debe votar sin presiones, como considere más conveniente, y sin tener en cuenta, a la hora de votar, su fe católica: ¿no quedamos en que lo de la fe era una cuestión estrictamente privada?”.

Ya está bien de tonterías, señores: si un diputado es católico y vota a favor de la ley del aborto, entonces es que está interpretando su religión como le da la gana; y si, como sucedió durante la etapa de Aznar, es católico y, sabiendo que se está comete un tremebundo fraude de ley bajo el amparo del famoso tercer supuesto, tampoco hace nada porque el tema no parece estar en el primer plano de la agenda política de su partido y porque para qué nos vamos a meter en líos ahora que al fin estamos degustando las mieles del poder, entonces es un católico que debería avergonzarse de su conducta (como, por otra parte, todos los seres humanos tenemos que hacer con frecuencia, incluido el autor de estas líneas). Finalmente, si la Iglesia lo excluye temporalmente del sacramento de la comunión, está en todo su derecho de hacerlo. Y que quede claro que, en este caso, no se trata tanto de un “castigo” como de la constatación de un estado de cosas: quien públicamente se manifiesta a favor de algo que es inaceptable para la fe de la Iglesia, al menos en ese momento no está en plena comunión con esa fe, por lo que resulta evidente que -en tanto esa comunión se restablece por la oportuna vía sacramental- no debe acercarse a recibir la comunión. Que -no lo olvidemos- recibir a Cristo bajo la forma del pan y el vino nunca puede ser ningún “derecho”.

Llegará el día de la votación y varios diputados católicos del PNV votarán a favor de la ley del aborto. Y se indignarán, como muchos progresistas, de que la Iglesia les afee su proceder y les recuerde que, mientras no se hayan arrepentido de su acción, no pueden recibir la Sagrada Forma de manos del sacerdote. Por supuesto, la Iglesia Católica seguirá siendo -¿cuándo no lo es?- la mala de la película. Porque comete la osadía de no dejar de mirar nunca el rostro de Cristo que la mira desde la cruz y porque sí, en efecto, es muy mala: porque, por ejemplo, se opone con todas sus fuerzas a que una madre mate al hijo que lleva en su vientre. Una prueba inadmisible de falta de modernidad y de progresismo y, en fin, toda una desfachatez.

sábado, 21 de noviembre de 2009

¿ES ESTO REALMENTE VIDA?


Un médico, profesor en una prestigiosa universidad de Medicina, se dirige a sus alumnos. Les habla de la necesidad de mantener la mente abierta y de revisar viejos clichés que el paso del tiempo amenaza con declarar obsoletos. Les habla, en suma, de la necesidad de que la humanidad, y en concreto la profesión médica, comience a aceptar la necesidad de una muerte digna, y más que digna, liberadora, en algunos casos límites. Para convencer a su auditorio, el doctor les cita un caso real, el de uno de sus pacientes, precisamente aquel que le ha hecho repensar sus opiniones acerca de la eutanasia:

- Miren ustedes, mi paciente no es capaz de valerse por sí mismo: no puede hablar ni entiende nada de lo que le dices, y sufre tremendas depresiones, acceso incontrolable de llanto que, a veces, duran minutos, incluso horas, con grandes espasmos de dolor. No controla su aparato urinario y defeca sobre sí mismo, por lo que hay que estar cambiándole de ropa casi continuamente. Su digestión resulta problemática, y es rara la ingesta que no termina en vómito.

Sinceramente, ¿es esto vida? ¿No sería mejor liberar a mi paciente de su propio horror y liberar a su familia del sufrimiento de estar pendiente de una persona sufriente, con la que la convivencia es sencillamente imposible?

El doctor sometió a votación su propuesta y la mayoría de los médicos presentes, tras referirse a la eutanasia activa, eutanasia pasiva y un sinfín de consideraciones, decretaron que sí, que lo más humano era librarle de su horror.

El director del curso se empeñó, entonces, en enseñar una foto del paciente. Introdujo una diapositiva en la máquina y sobre la pantalla del proyector todos los presentes pudieron contemplar un bebé de seis meses, mofletudo y rebosante de salud.

jueves, 19 de noviembre de 2009

HISTORIAS PARA REZAR: LA BOTELLA


Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada, sin ventanas, sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer en ella: "Usted necesita primero preparar la bomba de agua con toda el agua que contiene esta botella, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar".


El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua... ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca... o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco fiables escritas no se sabe cuánto tiempo atrás?.

Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces, de pronto, surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia... Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase: "Créame que funciona. Usted tiene que dar toda el agua antes de obtenerla nuevamente".

Muchas veces tenemos grandes oportunidades que se nos presentan en la vida y que pueden ayudarnos a ser mejores personas o pueden abrirnos puertas nuevas que nos conducen a un mundo mejor... pero tememos... no confiamos. La vida es un desafío, ¿por qué no nos arriesgamos?, ¿por qué no creemos? El tren pasa algunas veces por nuestra vida cargado de cosas buenas... podemos arriesgarnos y subir... o dejarlo pasar... ¿Y si no vuelve? ¿Y si esa oportunidad que hoy dejamos pasar no se repite?