lunes, 30 de noviembre de 2009

UNA SENTENCIA AVALA QUE LOS CENTROS EDUCATIVOS PUEDAN INSTALAR BELENES


MARGA JIMENEZ-FONTES. INFORMACION. 30.11.2009

En los últimos días la polémica ha llegado a muchos centros educativos.

Hay quienes no quieren que las aulas sigan estando presididas por crucifijos o, ahora que la Navidad está próxima, tampoco desean que los belenes o la decoración relativa a esta época del año tomen las instalaciones de los colegios. Mientras unos y otros discuten por qué se debería hacer, la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Murcia (TSJ) ha dictado una sentencia en la que establece que la colocación de un belén en un instituto de Murcia no vulnera ningún derecho, por lo que defiende su instalación.

Los hechos se remontan a diciembre de 2008, cuando un profesor del citado centro murciano interpone un recurso contencioso administrativo contra la consejería de Educación, pidiendo la retirada del vestíbulo de entrada del instituto del belén ubicado durante las Navidades, "sin perjuicio de que pueda situarse en la clase de religión y de que se declare su derecho a no usar simbología religiosa o católica en la actividad 'Tunear tu aula en Navidad' en la decoración de zonas comunes del centro". Dicha actividad consistía, aprovechando las fechas navideñas, en adornar el centro. El profesor demandante alegó que la colocación de dicho belén "vulnera el derecho a la igualdad y el derecho a la libertad religiosa", por lo que solicitó a la Consejería que lo retirara.

Ante esto, la Sala del TSJ afirma, ante la cuestión planteada, que la instalación del belén no viola los derechos fundamentales alegados por el demandante y asegura que, de acuerdo a la Constitución, "no vivimos en un Estado laico, sino aconfesional. Por lo tanto, la neutralidad del Estado y de las Administraciones no debe llegar al extremo de limitar o restringir las libertades o derechos de los ciudadanos, ya que podría darse en ese caso una discriminación negativa".

domingo, 29 de noviembre de 2009

HISTORIAS PARA REZAR: CARTA DEL SEÑOR A TODOS LOS HIJOS CON PADRES ANCIANOS


Hoy te desesperas porque tus padres están viejos y achacosos. Se han convertido en una intromisión en tu apretada agenda, en una vergüenza cuando estas con tus amigos.

Comprende. Ahora tus padres están viejos. Es tu oportunidad de reflexionar y crecer en el amor. Los he puesto en tus manos para que aprendas a amar. El problema no son ellos. Eres tu que has olvidado de lo que es amar. Se te ha endurecido el corazón y ahora es el momento de recapacitar. Ahora te llamo al amor para con ellos. El amor todo lo vence.

Si ellos derraman su comida sobre su ropa, si les cuesta atarse los zapatos. Así fuiste tú, y ellos te amaron.

Si les cuesta hablar y repiten lo mismo. Así fuiste tú, y ellos te amaron.

Si tienen sus manías y sus achaques. Recuerda, así fuiste tú, y te amaron.

Si te parecen inútiles y si no comprenden las nuevas tecnologías. Recuerda así fuiste tú, y ellos te amaron.

Si caminan muy despacio y sacarlos a pasear requiere de tu paciencia. Recuerda, así fuiste tú, y ellos te amaron.

Si se hacen las necesidades en la cama. Recuerda así fuiste tú, y te amaron.

Si te gritan y se incomodan sin razón, recuerda los lloriqueos que ellos soportaron de ti. Todo por amor.

Si te dicen que no quieren vivir. Comprende. Solo te están demostrando su dolor y frustración porque sienten ser una molestia en tu vida. Es tu oportunidad para demostrarles con tu amor que ellos son mas bien un don porque los amas. Ellos te están enseñando a amar.

Recuerda, no hace mucho fuiste pequeño y ellos estuvieron a tu lado. Las mismas cosas de que te quejas las hiciste tu y ellos lo comprendieron todo. ¿Sabes por qué?. Porque te amaron.

La misión de tus padres contigo no ha terminado. Yo me serví de ellos para darte vida y formarte en un hombre adulto, ahora te los pongo en tus manos para que te liberes de ti mismo y entres en la madurez del amor.

No temas. Yo estoy a tu lado. Aprende a interpretar lo que te digan a la luz de mis enseñanzas y tendrás paz.

Firmado: Tu Señor y Salvador, Jesucristo

sábado, 28 de noviembre de 2009

jueves, 26 de noviembre de 2009

CUANDO NO SE CREE EN DIOS, SE PUEDE CREER EN CUALQUIER COSA


Dijo Chesterton: "Dejad de creer en Dios y creeréis en cualquier cosa". Os voy a presentar un hecho histórico que muestra perfectamente la verdad de estas palabras.

Del 19 al 23 de Octubre de 1940, Heinrich Himmler, la mano derecha de Adolf Hitler, realizó un viaje por España con fines políticos y propagandísticos. El último día estuvo en Barcelona y por la tarde se dirigió al monasterio de Monserrat. ¿Cuál era el objeto de la visita del jerarca nazi más poderoso del Tercer Reich, después de Hitler, a este santuario mariano?. Pronto lo descubriremos.

Cuando llegó al monasterio, el abad Antoni M. Marcet, que no quería recibir al jefe nazi, encargó al joven monje Andreu Ripol, que hablaba perfectamente alemán, la tarea de acompañar a Himmler. La visita fue muy tensa porque Andreu tampoco veía con buenos ojos a este repentino visitante.

Cuando la comitiva se detuvo ante la imagen negra de la Virgen de Monserrat, el monje Ripol explicó la costumbre de besarla. Como respuesta, Himmler comentó: "Ya acabaremos nosotros con estas supersticiones".

Seguidamente pidió visitar la biblioteca del monasterio, porque quería examinar los documentos más antiguos del santuario con el fin de encontrar la documentación que acreditara que en Monserrat se hallaba el Santo Grial, la copa que Cristo utilizó en la Última Cena.

Himmler, que momentos antes había rechazado como superstición ese gesto cariñoso de besar la imagen de la Virgen, ahora manifestaba un desorbitado interés por encontrar esa reliquia cristiana. ¿Por qué?. Él creía, y con él gran parte de la plana mayor del partido nazi, que quien poseyera el Santo Grial ostentaría un poder sobrehumano, sería invencible. Y ¿por qué iba a estar en Monserrat esta reliquia?. Porque estaba convencido que este monte era el Montsalvat de la leyenda de “Parsifal” de Wagner.

El monje Ripol manifestaría después: “Era increíble tanta incultura”.

El jerarca nazi abandonó la abadía sin encontrar lo que buscaba. No besó la imagen de la Moreneta por considerarla “superstición”, pero su mente y su corazón estaban repletos de leyendas y fantasías.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

UNIÉNDONOS A MONS. JOSÉ IGNACIO MUNILLA


Ante las críticas amplificadas que está recibiendo el nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián, este blog quiere, de algún modo, reparar tanto desatino pidiendo oraciones por Mons. Munilla y presentando un testimonial artículo que Cristina L. Schlichting ha publicado hoy en La Razón.

UN CURA DE AÚPA

Cristina L. SCHLICHTING. LA RAZÓN. 25.11.2009

Hace diez años servidora era reportera –en puridad nunca lo ha dejado de ser– y subía con frecuencia al País Vasco. A menudo era Guipúzcoa el destino inevitable (porque mataban mucho en los pueblos) y en Zumárraga me encontré un sacerdote peculiar, un tipo joven, con apellidos vascos por los cuatro costados que, para variar, no había sucumbido al nacionalismo. Tenía una fe brutal, conmovedora y sólo creía en Dios. Practicaba el Evangelio sin pudor, a lo franciscano.

Un verano dejó su piso a un mendigo y se marchó de vacaciones. El invierno siguiente fue muy duro. El joven párroco había recibido el encargo de organizar las colectas y la construcción del templo que le habían adjudicado y tenía en su contra a las hordas abertzales, que acudían a insultarlo cuando celebraba misa y arrojaban botes de pintura contra los muros del edificio recién nacido. El cura no se asustaba, salía a la calle revestido y hacía frente serenamente a los terroristas, como un san Esteban. Una de las veces en que tuvo lugar el siniestro aquelarre pasaba por la calle un hombre desarrapado que se lanzó contra los agresores gritando: «¡A mi amigo no, dejadlo en paz!». El señor –el mendigo– consiguió arrancarle el pasamontañas a uno de los delincuentes. Quedó a la vista que se trataba del hijo de una de las catequistas y, una vez descubiertos, los agresores huyeron.

El joven sacerdote protagonizó muchas más anécdotas. Por ejemplo, eran muy sonados sus viajes a Fátima con los chicos de la parroquia. Era tanta su fe, que la curiosidad movía a los jóvenes –incluso batasunos– a seguirlo y todos los años se convertían algunos en la visita a la Virgen. En consecuencia, los de HB esperaban el regreso del autobús a pie de calle, para ver si podían «recuperar» a los suyos. Ahora dice Josu Erkoreka, el portavoz del PNV en el Congreso, que el nombramiento de José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián –ya tiene 48 años y ha pasado por dos diócesis– «es una operación poco evangélica liderada por Rouco Varela». Yo, qué quieren que les diga, creo que basta con lo relatado.

martes, 24 de noviembre de 2009

NIÑOS ATEOS SIN SABERLO


De forma inconsciente, la nueva campaña atea de Reino Unido ha echado mano de una pareja de hermanos cristianos para promocionar sus postulados. Las fotos, compradas a una agencia de publicidad, retratan a los hijos de un anglicano evangélico

EMILI J. BLASCO LONDRES. ABC. 24.11.2009


Tiro por la culata. Debían representar la alegría vital de dos niños libres de las ataduras de la religión de sus padres, pero resulta que la nueva campaña atea en el Reino Unido ha echado mano, sin saberlo, de las fotos de dos hermanos que en realidad están bautizados como cristianos y que si se muestran tan alegres, según dice su padre, es por los valores que, a través de la religión, han aprendido en casa y en la iglesia.

«Por favor no me etiquetes», dice el principal lema de la nueva campaña, que va acompañado de otro con tipografía algo más pequeña: «Déjame crecer y escoger por mí mismo». Es la segunda gran oleada de publicidad exterior del movimiento ateo del Reino Unido, articulado por la Asociación Humanista Británica y dirigido por el divulgador científico Richard Dawkins. La primera, lanzada a comienzos de año en anuncios de autobuses con el mensaje «Probablemente no hay Dios. Deja de preocuparte y disfruta la vida», también llegó a España en medio de una gran polémica.

Olli Mason, de 7 años, y su hermana Charlotte, de 8, aparecen en vallas publicitarias de Londres, Edimburgo, Cardiff y Belfast. Son hijos de Brad Mason, anglicano evangélico conocido en círculos religiosos por haber sido el batería del músico cristiano Noel Richards. Mason es diseñador gráfico y fotógrafo y con el fin de ganar algo de dinero extra para su familia facilita fotografías a agencias que luego venden esas imágenes a empresas de publicidad o periódicos. Entre otras colecciones gráficas, suministró instantáneas con sus hijos. Éstas fueron las que finalmente eligió la Asociación Humanista Británica porque en ellas ambos hermanos aparecen especialmente alegres y felices.

«Obviamente hay algo en sus caras que es diferente», declaró a «The Times» su padre, «por eso fueron escogidas, lo que es irónico y al mismo tiempo un cumplido. Muestra que hemos educado a nuestros hijos de un modo que les hace felices».

Los promotores de la campaña han salido al paso de su error indicando que el que ambos niños estén bautizados como cristianos no desactiva su mensaje. Aducen que lo que éste dice es que «a un niño no se le debe etiquetar por su religión ni suponer que necesariamente tiene los mismos planteamientos vitales que sus padres. No se deba hablar de niño católico, protestante, musulmán, anarquista, marxista, ateo, etc, como clasificándole».

Mensajes contradictorios
Pero estas declaraciones, que parecen enaltecer la libertad religiosa, se ven contradecidas por la segunda parte del lema de la campaña, que reclama no enseñar ningún tipo de religión a los hijos.

Así lo advierte Graham Coyle, presidente de la Fundación de Escuelas Cristianas. «Parece que están diciendo que no quieren que los padres pasen a sus hijos sus creencias acerca de lo que es bueno o malo, del respeto a los demás y vivir en armonía. Si eso es lo que están diciendo, están pidiendo a los padres que no atiendan sus responsabilidades. Es un error decir que se etiqueta a los hijos por el hecho de transmitirles nuestros valores fundamentales». Para Coyle, si un ateo dice a su hijo que no cree en Dios «le está influyendo y transmitiendo esa idea».

2012. EL MUNDO SE DESTRUYE... DEFINITIVAMENTE


Fernando Gil-Delgado . Aceprensa. 13.11.2009


Una particular alineación de planetas en el firmamento provoca una mayor actividad solar, y así la Tierra tiene los días contados: el 21 de diciembre de 2012 será el Juicio Final. Unos pocos científicos se han dado cuenta y han alertado a las autoridades. Los principales gobiernos del mundo se unen en un intento de que la raza humana sobreviva a la catástrofe.

“2012” viene de la mano de Roland Emmerich, autor de “
Independence Day” y de “El día de mañana”, aventuras en las que estuvo a punto de acabar con el planeta y con las que esta tiene muchos puntos comunes. Ahora bien, si en aquellas películas un puñado de héroes salvaba nuestro planeta y la humanidad, esta vez no es posible: el calendario maya, de donde sale el título, termina el 21 de diciembre de 2012.

No es casualidad que en torno a estas fechas hayan aparecido numerosos títulos y filmes de catástrofes, como la pretenciosa “
Señales del futuro”, de Alex Proyas, protagonizada por Nicolas Cage.

En 2012 Emmerich no engaña a nadie y no defrauda a nadie; ofrece lo que es y lo que tiene, es decir su pasión por el cine de género, con una gran cultura cinematográfica, mucho oficio y poderío visual. El espectador sabe perfectamente lo que va a ocurrir y cómo va a ocurrir desde el primer instante, y sin embargo sigue la película con interés a lo largo de sus dos horas y media. El peso de la narración cae sobre dos personajes, el de John Cusack, padre de familia que quiere recuperar el amor de su mujer y sus hijos; y el de Chiwetel Ejiofor, científico asesor de la Casa Blanca, rodeados de un excelente plantel de actores veteranos. Sus historias se cruzan y separan, a un ritmo cada vez más intenso, en una cascada ininterrumpida de sentimientos, humor y acción. No importa que el guión sea increíble –ése es el punto de partida–: importa la puesta en escena, el espectáculo, la ingenuidad de los planteamientos, y el fondo positivo que tiene la película: familia, piedad, bondad y entrega.

Una cascada de efectos especiales bien hechos, de guiños a casi todo el cine de catástrofe que existe, y un final feliz para que disfrute toda la familia, siempre y cuando uno suspenda el espíritu crítico y se disponga, como un niño, a comer palomitas.

lunes, 23 de noviembre de 2009

DIPUTADOS QUE NO PUEDEN COMULGAR


Antonio Martínez Belchi. Profesor de Filosofía. Análisis Digital

Esta mañana, en clase de Historia de la Filosofía con 2º de Bachillerato, y como estamos viendo el tema de las pruebas de la existencia de Dios en la filosofía de Santo Tomás de Aquino, ha surgido un debate sobre las relaciones entre Iglesia y Estado. Y un alumno beligerantemente anticatólico, se ha referido, indignado, a las palabras recientemente pronunciadas por monseñor Martínez Camino, Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, que, como se sabe, ha dicho que los diputados católicos -o supuestamente católicos- que voten a favor de la ley del aborto no podrán -mientras, claro, no se reconcilien con Dios a través del sacramento de la penitencia- acercarse en misa a recibir la comunión.

Martínez Camino tenía en mente, sobre todo, a los diputados del PNV que, según parece, van a votar a favor de la nueva ley de Zapatero. Y el alumno al que me refiero -y algún otro que lo ha apoyado-, cuando le he preguntado por qué consideraba tan escandaloso que se excluyera de la comunión a un diputado que dé su aprobación a la ley del aborto, me ha respondido que “la Iglesia dice que todos somos iguales y, además, tiene que perdonar”. No es un argumento muy fino y matizado, como se ve; pero, en lo sustancial, coincide con lo que personas supuestamente mucho más cultas piensan sobre el asunto: como “todos somos iguales”, “todos tenemos derechos a tomar la comunión cuando nos dé la gana” -¡vaya discriminación si un sacerdote se atreve a negársela a alguien!- y, como “la Iglesia tiene que perdonar”, no puede adoptar ninguna medida disciplinaria contra quien, siguiendo los sorprendentes dictados de su conciencia, la disciplina de voto de su partido o las cambiantes conveniencias de la coyuntura política, vota a favor de algo que, como el aborto, choca frontalmente con los principios más básicos del cristianismo.

A buen seguro, habrán sido muchos quienes, en las últimas horas, tras escuchar la Ser, ver el telediario de Cuatro o leer El País, se habrán indignado de manera semejante a como lo ha hecho mi alumno. Sin embargo, con ello demostrarán que ni siquiera se han parado un momento a reflexionar. Por ejemplo, no han pensado en lo que sucede si un diputado se atreve a romper la disciplina de su partido y emitir un voto contra la posición oficial que éste mantiene respecto a algún tema relevante. Todos sabemos que si, desatendidas las pertinentes conminaciones, tal cosa sucede y el diputado díscolo y montaraz se pasa por el forro las insistentes órdenes de sus superiores, tiene que enfrentarse a unas consecuencias que irán desde la mera sanción económica hasta, en último extremo, la expulsión fulminante del partido en el que milita. Además, es una cosa que se entiende perfectamente: de acuerdo que, en determinados casos -muy contados, por cierto-, los partidos políticos permiten que sus diputados voten en conciencia; pero, en la inmensa mayoría de los casos, los parlamentarios se convierten en meros peones que transmiten las consignas de la cúpula directiva de su formación, y que cierran filas -también al votar- porque, como dijera en su día Alfonso Guerra con su gracia y mala leche habituales, “el que se mueva no sale en la foto”. Otra cuestión es lo que todo esto nos parezca a efectos del tipo de “democracia” en el que vivimos, más parecida a una partitocracia dominada por ciertas castas oligárquicas que otra cosa. Ahora bien: el caso es que, si un diputado se salta a la torera las indicaciones de sus superiores, resulta lógico que reciba una sanción. Y a todos nos parece perfectamente comprensible.

Sin embargo, por alguna extraña razón, cuando es la Iglesia la que, aplicando esta misma lógica, impone una sanción canónica al parlamentario católico -o que así se define- que vota a favor del aborto, enseguida un montón de gente empieza a hacer aspavientos y a rasgarse las vestiduras. Al parecer, los principios que sirven para cualquier otro caso resultan inaplicables cuando se refieren a la Iglesia: ésta tiene no ya que “perdonar”, sino que cruzarse de brazos y no hacer nada aunque quien se declara públicamente católico hace algo que repugna a la entraña misma del cristianismo. ¿Por qué? Seguramente porque, para algunos, la religión debería asemejarse a una especie de vago espiritualismo compuesto, a partes iguales, de blandenguería y buenos sentimientos dispuestos a contemporizar con lo que sea: “Es que lo del aborto es una cuestión muy personal”, “es que nadie tiene derecho a inmiscuirse en una decisión muy íntima de la mujer”, “es que cada diputado, aunque sea católico, debe votar sin presiones, como considere más conveniente, y sin tener en cuenta, a la hora de votar, su fe católica: ¿no quedamos en que lo de la fe era una cuestión estrictamente privada?”.

Ya está bien de tonterías, señores: si un diputado es católico y vota a favor de la ley del aborto, entonces es que está interpretando su religión como le da la gana; y si, como sucedió durante la etapa de Aznar, es católico y, sabiendo que se está comete un tremebundo fraude de ley bajo el amparo del famoso tercer supuesto, tampoco hace nada porque el tema no parece estar en el primer plano de la agenda política de su partido y porque para qué nos vamos a meter en líos ahora que al fin estamos degustando las mieles del poder, entonces es un católico que debería avergonzarse de su conducta (como, por otra parte, todos los seres humanos tenemos que hacer con frecuencia, incluido el autor de estas líneas). Finalmente, si la Iglesia lo excluye temporalmente del sacramento de la comunión, está en todo su derecho de hacerlo. Y que quede claro que, en este caso, no se trata tanto de un “castigo” como de la constatación de un estado de cosas: quien públicamente se manifiesta a favor de algo que es inaceptable para la fe de la Iglesia, al menos en ese momento no está en plena comunión con esa fe, por lo que resulta evidente que -en tanto esa comunión se restablece por la oportuna vía sacramental- no debe acercarse a recibir la comunión. Que -no lo olvidemos- recibir a Cristo bajo la forma del pan y el vino nunca puede ser ningún “derecho”.

Llegará el día de la votación y varios diputados católicos del PNV votarán a favor de la ley del aborto. Y se indignarán, como muchos progresistas, de que la Iglesia les afee su proceder y les recuerde que, mientras no se hayan arrepentido de su acción, no pueden recibir la Sagrada Forma de manos del sacerdote. Por supuesto, la Iglesia Católica seguirá siendo -¿cuándo no lo es?- la mala de la película. Porque comete la osadía de no dejar de mirar nunca el rostro de Cristo que la mira desde la cruz y porque sí, en efecto, es muy mala: porque, por ejemplo, se opone con todas sus fuerzas a que una madre mate al hijo que lleva en su vientre. Una prueba inadmisible de falta de modernidad y de progresismo y, en fin, toda una desfachatez.

sábado, 21 de noviembre de 2009

¿ES ESTO REALMENTE VIDA?


Un médico, profesor en una prestigiosa universidad de Medicina, se dirige a sus alumnos. Les habla de la necesidad de mantener la mente abierta y de revisar viejos clichés que el paso del tiempo amenaza con declarar obsoletos. Les habla, en suma, de la necesidad de que la humanidad, y en concreto la profesión médica, comience a aceptar la necesidad de una muerte digna, y más que digna, liberadora, en algunos casos límites. Para convencer a su auditorio, el doctor les cita un caso real, el de uno de sus pacientes, precisamente aquel que le ha hecho repensar sus opiniones acerca de la eutanasia:

- Miren ustedes, mi paciente no es capaz de valerse por sí mismo: no puede hablar ni entiende nada de lo que le dices, y sufre tremendas depresiones, acceso incontrolable de llanto que, a veces, duran minutos, incluso horas, con grandes espasmos de dolor. No controla su aparato urinario y defeca sobre sí mismo, por lo que hay que estar cambiándole de ropa casi continuamente. Su digestión resulta problemática, y es rara la ingesta que no termina en vómito.

Sinceramente, ¿es esto vida? ¿No sería mejor liberar a mi paciente de su propio horror y liberar a su familia del sufrimiento de estar pendiente de una persona sufriente, con la que la convivencia es sencillamente imposible?

El doctor sometió a votación su propuesta y la mayoría de los médicos presentes, tras referirse a la eutanasia activa, eutanasia pasiva y un sinfín de consideraciones, decretaron que sí, que lo más humano era librarle de su horror.

El director del curso se empeñó, entonces, en enseñar una foto del paciente. Introdujo una diapositiva en la máquina y sobre la pantalla del proyector todos los presentes pudieron contemplar un bebé de seis meses, mofletudo y rebosante de salud.

jueves, 19 de noviembre de 2009

HISTORIAS PARA REZAR: LA BOTELLA


Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada, sin ventanas, sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer en ella: "Usted necesita primero preparar la bomba de agua con toda el agua que contiene esta botella, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar".


El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua... ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca... o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco fiables escritas no se sabe cuánto tiempo atrás?.

Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces, de pronto, surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia... Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase: "Créame que funciona. Usted tiene que dar toda el agua antes de obtenerla nuevamente".

Muchas veces tenemos grandes oportunidades que se nos presentan en la vida y que pueden ayudarnos a ser mejores personas o pueden abrirnos puertas nuevas que nos conducen a un mundo mejor... pero tememos... no confiamos. La vida es un desafío, ¿por qué no nos arriesgamos?, ¿por qué no creemos? El tren pasa algunas veces por nuestra vida cargado de cosas buenas... podemos arriesgarnos y subir... o dejarlo pasar... ¿Y si no vuelve? ¿Y si esa oportunidad que hoy dejamos pasar no se repite?

domingo, 15 de noviembre de 2009

¡SOÑAR, SEÑOR, SOÑAR!


Hazme soñar... ¡Soñar, Señor, soñar!...
¡Hace tiempo que no sueño!
Soñé que iba una vez -cuando era niño todavía,
al comienzo del mundo-
en un caballo desbocado por el viento,
soñé que cabalgaba, desbocado, en el viento...
que era yo mismo el viento...
Señor, hazme otra vez soñar que soy el viento,
el viento bajo la Luz, el viento traspasado por la Luz,
el viento deshecho por la luz,
el viento fundido por la luz,
el viento.., hecho Luz...
Señor, hazme soñar que soy la Luz...
que soy Tú mismo, parte de mí mismo...
y guárdame, guárdame dormido,
soñando, eternamente soñando
que soy un rayito de Luz de tu costado.

(León Felipe)

NO TODO ES LO QUE PARECE


Es tiempo de elegir a un líder mundial y tu voto cuenta.

Estos son los hechos de los tres candidatos:

Candidato A : se lo asocia con políticos corruptos y suele consultar a oráculos y videntes. Ha tenido dos amantes. Fuma un cigarrillo detrás de otro y bebe de 8 a 10 martinis por día.

Candidato B: lo echaron del trabajo dos veces, duerme hasta tarde, usaba opio en la universidad y toma un cuarto de botella de whisky cada noche.

Candidato C: es un héroe condecorado de guerra. Es vegetariano, no fuma, toma de vez en cuando alguna cerveza y no ha tenido relaciones extramatrimoniales.

¿Cuál de estos candidatos elegirías?


El candidato A es Franklin D. Roosevelt.
El candidato B es Winston Churchill.
El candidato C es Adolph Hitler.

No todo es lo que parece. Lo importante de las personas son ellas mismas, y no su pasado o su apariencia.

viernes, 13 de noviembre de 2009

LA CRUZ Y EL DESTINO DEL MUNDO


En “La esfera y la cruz” Chesterton cuenta un diálogo singular entre dos personajes no menos singulares: el profesor Lucifer y el monje Miguel. Los dos viajan juntos en avión, y, al sobrevolar la catedral de Londres, el profesor profiere una blasfemia contra la cruz.

—Me pregunto si esta blasfemia te ayuda en algo —le responde el monje—.

Y, a continuación añade:
—Permíteme que te cuente una historia:

"Conocí a un hombre como tú; él también odiaba al crucifijo: lo eliminó de su casa, del cuello de su mujer, hasta de los cuadros; decía que era feo, símbolo de barbarie, contrario al gozo y a la vida. Pero su furia llegó a más todavía: un día trepó al campanario de una iglesia, arrancó la cruz y la arrojó desde lo alto.

Este odio acabó transformándose primero en delirio y después en locura furiosa. Una tarde de verano se detuvo ante una empalizada muy larga; no brillaba ninguna luz, no se movía ni una hoja, pero creyó ver la larga empalizada transformada en un ejército de cruces, unidas entre sí colina arriba y valle abajo. Entonces, blandiendo el bastón, arremetió contra la empalizada, como contra un batallón enemigo.

A lo largo de todo el camino fue destrozando y arrancando los palos que encontraba a su paso. Odiaba la cruz, y cada palo era para él una cruz. Al llegar a casa seguía viendo cruces por todas partes, pateó los muebles, les prendió fuego, y a la mañana siguiente lo encontraron cadáver en el río. "

El profesor Lucifer, al oír el relato, mordiéndose los labios, mira al anciano monje y le dice:

—Esta historia te la has inventado tú.

—Sí, responde Miguel, acabo de inventarla; pero expresa muy bien lo que estáis haciendo tú y tus amigos incrédulos. Comenzáis por despedazar la cruz y termináis por destruir el mundo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

"POR QUÉ CREO". NUEVO LIBRO DE VITORIO MESSORI


El primer periodista que entrevistó a Juan Pablo II explica su conversión

Diario Ya.es
Dos periodistas frente a frente: Vittorio Messori, el hombre que entrevistó a dos Papas, abre el libro de su vida ante el prestigioso vaticanista Andrea Tornielli. Nunca Messori había contado tantos detalles sobre su conversión al catolicismo, a los 23 años, dejando atrás una educación anticlerical.
Pero hace algo más. Frente a quienes, no creyentes o incluso creyentes, recluyen la religión en el ámbito de la irracionalidad, Messori sostiene que la razón conduce a la Fe, y que los fundamentos históricos que otorgan credibilidad al cristianismo tienen una solidez sin fisuras.
Vittorio Messori cuenta en el libro editado por Libros Libres todo su proceso de conversión.

Vittorio Messori, periodista italiano de 56 años, es conocido internacionalmente por haber entrevistado a Juan Pablo II en Cruzando el umbral de la esperanza, y al Cardenal Ratzinger en Informe sobre la fe. Pero, en contra de lo que pudiera pensarse, no ha sido precisamente un "católico de toda la vida".

Educado en la aversión a la Iglesia
"Nací en plena Guerra Mundial en la región quizá más anticlerical de Europa: en la Emilia, zona del antiguo Estado pontificio, la del don Camilo y Peppone (el cura de pueblo y el alcalde comunista) de Guareschi. Mis padres no estaban precisamente de parte de don Camilo y, aunque vivían de verdad unos valores -apertura, acogida, generosidad, etc-, desde pequeño me inculcaron la aversión, no al Evangelio o al cristianismo, sino al clero, a la Iglesia institucional. Me bautizaron como si fuera una especie de rito supersticioso, sociológico, pero después no tuve ningún contacto con la Iglesia.
En la escuela recibió doctrina marxista
Acabada la Guerra, mis padres se trasladaron a Turín, la mayor ciudad industrial italiana, cuna del marxismo italiano -de Gramsci, Togliatti y otros dirigentes comunistas-, en la que los católicos hace tiempo que son minoría. Asistí allí a un colegio público, donde no se hablaba de religión más que para inculcarnos el desprecio teórico hacia ella. Obligada por el Concordato había, sí, una clase semanal de enseñanza religiosa, pero casi ninguno la tomaba en serio y yo, en concreto, eludía la asistencia con las más variadas excusas. O sea, que si por mi familia estaba imbuido de anticlericalismo pasional, la escuela llovió sobre mojado al enseñarme la cultura del iluminismo, del liberal-marxismo".

Apasionado y comprometido políticamente con la izquierda
Acabado el bachillerato, eligió como carrera universitaria la de Ciencias Políticas. Pertenecía a la famosa generación del 68 y convirtió la política en su pasión. "Decía el teólogo protestante Karl Barth que «cuando el cielo se vacía de Dios, la tierra se llena de ídolos». Para mí el cielo estaba vacío, y uno de los ídolos que llenaba la tierra era precisamente la política. Era para mí una auténtica pasión. Estaba muy comprometido con los partidos de izquierda".

Desprecio para el Evangelio por sistema: sin haberlo leído
Se da cuenta con el tiempo de que la política no podía proporcionarle las respuestas sobre el sentido de la vida. "Sin embargo, aun consciente de esas carencias de la política, a la vez estaba convencido de que no podría encontrar respuestas fuera de ella, precisamente porque formaba parte de los que rechazaban el cristianismo sin tomarse la molestia de conocerlo. Pensaba que cualquier dimensión religiosa pertenecía a un mundo pasado, al que un joven moderno como yo no podía tomar en serio. (...) El Evangelio era para mí un objeto desconocido: nunca lo había abierto, pese a tenerlo en mi biblioteca, porque pensaba sin más que formaba parte del folklore oriental, del mito, de la leyenda.

Un paulatino proceso de dos meses, pero definitivo para su conversión
Pero un día sucedió... Llegamos a un punto en que me es difícil hablar... por pudor. André Frossard, colega y amigo mío, entró un día en una iglesia católica en Francia y de la misma salió convertido. Mi proceso no es tan clamoroso. Pero un tipo semejante de experiencia mística, no tan inmediata sino diluida en el arco de dos meses, también la he vivido yo. Mi hallazgo de la fe fue muy protestante. Fue un encuentro directo con la misteriosa figura de Jesús, a través de las palabras griegas del Nuevo Testamento. No vi luces, ni oí cantos de ángeles. Pero la lectura de aquel texto, hecha probablemente en un momento psicológico particular, fue algo que todavía hoy me tiene aturdido. Cambió mi vida, obligándome a darme cuenta de que allí había un misterio, al que valía la pena dedicar la vida.

La presión familiar
La situación que se creó fue todo un drama para mí. De inmediato me vino un gran consuelo, una gran alegría, pero a la vez un miedo terrible, por varios motivos. Por una parte, me di cuenta de que mi vida debía cambiar, sobre todo en la orientación intelectual. (...) Me hacía sufrir especialmente el que, si mi familia se enteraba de lo que me sucedía, me echasen de casa. De hecho, cuando mi madre supo que asistía a Misa a escondidas, telefoneó al médico y le dijo: «Venga, doctor. Mi hijo padece una fuerte depresión nerviosa». «¿Qué síntomas tiene?», preguntó el médico. Y mi madre le contestó: «Un síntoma gravísimo: he descubierto que va a Misa». Esto da idea del clima que se vivía en mi familia y de lo mucho que podía afectarme.
Su razón, sin embargo, le decía: "No, te equivocas" Otro ingrediente del drama era una especie de choque entre dos posturas que yo entendía como contrapuestas. Por un lado, algo me hacía ver que en el Evangelio estaba aquella verdad que había buscado. Se trataba de una experiencia del Evangelio como "encuentro", no sólo como palabra, valor, moral o ética. Para mí, el Evangelio no es un libro, sino una Persona. Era la experiencia de un encuentro fulgurante, consolador y, a la vez, inquietante. Inquietante también porque entonces yo me sentí como aquejado por una especie de "esquizofrenia". Se trataba de la disociación entre la intuición que me había hecho entender que allí, en el Evangelio, estaba la verdad, y mi razón, que me decía: No, es imposible, te equivocas.

Para no caer en esquizofrenia
Desde entonces, todo lo que he hecho y los muchos miles de páginas que he escrito, en el fondo no obedecen más que al intento de vencer esa esquizofrenia, procurando dar respuesta a esta pregunta: ¿Se puede creer, se puede tomar en serio la fe, puede un hombre de hoy apostar por el Evangelio? Todo ha girado en torno a la fe, a la posibilidad misma de creer.

Sin renunciar a la razón
Ha sido una aventura solitaria -siempre he sido un individualista-, en la que me guió Pascal: un hombre de hace 300 años, también laico convertido, que razonaba como yo, que no quería renunciar a la razón y que, antes de rendirse a la fe, deseaba agotar todas las posibilidades. Él me ayudó a descubrir esa nueva Atlántida personal. He hablado de aventura solitaria y de mi individualismo, pero también digo siempre que no soy un "católico del disenso". Al contrario, soy un "católico del consenso". Y es que, en la lógica de la Encarnación, no sólo juzgo legítimo al Vaticano, a la Iglesia institucional, sino que la considero necesaria, indispensable.

Sin los hombres no es posible aceptar a Dios
¿Cuándo decidí aceptar la Iglesia? Cuando, al reflexionar sobre el Evangelio para intentar conocer mejor el mensaje de Jesús, me di cuenta de que el Dios de Jesús es un Dios que quiso necesitar a los hombres, que no quiso hacerlo todo solo, sino que quiso confiar su mensaje y los signos de su gracia -los sacramentos- a una comunidad humana. Es decir, si uno reflexiona bien, acepta la Iglesia no porque la ame, sino porque forma parte del proyecto de Dios. Me ha costado muchos años, pero ahora estoy convencido de que sin la mediación de un grupo humano, en el fondo no tomaríamos en serio la mediación de Jesús.

Cuando muchos clericales huían de ella
Mi aventura también ha sido solitaria porque era uno de los pocos que andaba contracorriente. Entraba en la Iglesia cuando tantos clericales salían de ella gritando: ¡Qué maravilla, finalmente la tierra prometida! ¡Hemos descubierto la cultura laicista! Yo, asombrado, intentaba pararlos: ¿Qué hacéis? ¡La verdadera cultura está aquí dentro, en la Iglesia!

Fascinado por el Evangelio, por Jesucristo y por la Iglesia
Por eso, algunos me han acusado de ser un reaccionario, un nostálgico. Es absurdo. Yo no he conocido la Iglesia preconciliar, no he escuchado jamás una Misa en latín, porque antes del Concilio nunca había asistido a Misa, y cuando comencé a ir, era ya en italiano. De ahí que no pueda ser un nostálgico. ¿De qué? No he tenido ni una infancia ni una juventud católica. Lo que sí he conocido de cerca es la cultura laicista. Y luego, un encuentro misterioso y fulgurante con el Evangelio, con una Persona, con Jesucristo; y, después, con la Iglesia".
Las citas son de una entrevista de José R. Pérez Arangüena.

lunes, 9 de noviembre de 2009

JUAN PABLO II Y EL MURO DE BERLÍN

JOSE RAMÓN GARITAGOITIA EGUÍA. EL CORREO DIGITAL.08.11.09

En 1989, coincidiendo con el 50º aniversario de la II Guerra Mundial, en Europa central y oriental se perfilaron escenarios sociales y políticos inéditos. Todo lo que sucedió en la segunda mitad de aquel año fue una auténtica revolución social que permitió eliminar algunas trágicas consecuencias del conflicto. Han pasado veinte años desde entonces. Hace unos días la Fundación Konrad Adenauer reunió en Berlín al ex presidente Bush (padre), Helmut Kohl y Mijail Gorbachov. Junto con Juan Pablo II, fallecido en 2005, fueron protagonistas de aquellos acontecimientos que transformaron Europa.

La influencia del primer Papa eslavo de la Historia aceleró, de algún modo, el cambio del 'estatus quo' en su nación. Desde Polonia la llama de la libertad se traspasó a los demás países al otro lado del telón de acero. Mijail Gorbachov, uno de los protagonistas de aquellos acontecimientos, así lo ha reconocido. En octubre de 2004, todavía en vida de Juan Pablo II, recibí una carta del que fuera último presidente de la URSS y secretario general del Partido Comunista Soviético: «Estoy totalmente de acuerdo con usted -escribía Gorbachov- en que Su Santidad Juan Pablo II ha desempeñado un papel sincero y activo en todo el proceso de la unificación de Europa». Y poco más adelante afirmaba: «Actúa como un gran político contemporáneo que persigue con coherencia alcanzar una victoria: la de conseguir que los principios humanísticos estén en la esencia de toda sociedad humana».

Cuando Wojtyla llega a Roma, en el otoño de 1978, la situación en los países del Este europeo era delicada. Leónidas Breznev, entonces secretario general del Partido Comunista Soviético, y una serie de dictadores al frente de los países satélites de Moscú mantenían la paz en la zona de influencia reconocida a la URSS en la Conferencia de Yalta. En esa situación, una íntima convicción, fundamentada en la experiencia personal, llevaba al nuevo Papa a no aceptar sin más semejante estado de cosas. Se sentía refrendado por la Historia. En enero de 1979, sólo tres meses después de su elección, inició lo que llegaría a ser una larga serie de viajes. La peregrinación a Polonia, en el corazón del Este europeo, resultó de capital importancia para la evolución de acontecimientos futuros.

En aquellos diez días de junio, la voz de Wojtyla a favor de la dignidad de la persona y su libertad contribuyó a acelerar la marcha de los acontecimientos. Para entonces la estructura comunista en Europa empezaba a desmoronarse. La reunión de millones de personas en torno a su compatriota tuvo un efecto decisivo desde el punto de vista de la psicología nacional. Veinte años después, durante su séptimo viaje pastoral a su patria, Juan Pablo II manifestó en Gdansk su convencimiento de que la transición experimentada en Polonia había sido la mecha que desencadenó el proceso. Después de recordar el trágico diciembre de 1970, los acontecimientos de agosto de 1980 y el dramático período del estado de guerra, terminó diciendo: «¿Hay un lugar más adecuado para hablar de esto que Gdansk? En efecto, en esta ciudad, hace diecinueve años, nació el sindicato 'Solidaridad'. Fue un acontecimiento que marcó un viraje en la historia de nuestra nación, e incluso en la de Europa. 'Solidaridad' abrió las puertas de la libertad a los países esclavos del sistema totalitario, derribó el muro de Berlín y contribuyó a la unidad de Europa, dividida en dos bloques desde la Segunda Guerra Mundial. Nunca hemos de olvidar esto. Ese acontecimiento forma parte de nuestro patrimonio nacional».

Las revoluciones no violentas de 1989 ofrecen lecciones que van más allá de los confines de un área geográfica específica. En su discurso de la ONU (1995), Juan Pablo II dio una interpretación: demostraron que la búsqueda de la libertad es una exigencia ineludible que brota del reconocimiento de la inestimable dignidad y valor de la persona humana, y acompaña siempre el compromiso en su favor. Pueblos enteros tomaron la palabra; mujeres, jóvenes y hombres vencieron el miedo. Miles de personas manifestaron los inagotables recursos de dignidad, de valentía y de libertad que poseen. Para Wojtyla, aquellos acontecimientos habían sido posibles por el esfuerzo de hombres y mujeres valientes que se inspiraban en una visión diversa y, en última instancia, más profunda y vigorosa: «La visión del hombre como persona inteligente y libre, depositaria de un misterio que la transciende, dotada de la capacidad de reflexionar y de elegir y, por tanto, capaz de sabiduría y de virtud».

También había sido decisiva, para el éxito de aquellas revoluciones, la experiencia de la solidaridad social: «Ante regímenes sostenidos por la fuerza de la propaganda y del terror, aquella solidaridad constituyó el núcleo moral del 'poder de los no poderosos', fue una primicia de esperanza y es un aviso sobre la posibilidad que el hombre tiene de seguir, en su camino a lo largo de la Historia, la vía de las más nobles aspiraciones del espíritu». La historia podía haber sucedido de otro modo, como apuntaban los precedentes de Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968). Sin embargo, pueblos enteros reivindicaron su libertad de forma pacífica, y vencieron. Fueron hechos que sorprendieron al mundo. Veinte años después de la caída del muro de Berlín recordamos con agradecimiento a quienes lo hicieron posible.

José Ramón Garitagoitia Eguía es Doctor en Ciencias Políticas y en Derecho Internacional Público. Es autor de una tesis sobre 'El pensamiento ético-político de Juan Pablo II' (2002), prologada por el último presidente de la URSS y Premio Nobel de la Paz, Mijail Gorbachov

TIERNO GALVÁN Y EL CRUCIFIJO


Se cuenta que cuando quisieron quitar el crucifijo del despacho del agnóstico Tierno Galván, siendo Alcalde de Madrid, manifestó:
“La contemplación de un hombre justo que murió por los demás no molesta a nadie. Déjenlo donde está.”

sábado, 7 de noviembre de 2009

LO QUE HAY DETRÁS DE LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE ESTRASBURGO: EL SER O NO SER DE LOS CRISTIANOS EN LA SOCIEDAD


Manuel Cruz / Análisis Digital/ 07.11.2009

Lo que ha venido a decir el Tribunal de Estrasburgo con su sentencia sobre los crucifijos en las escuelas públicas italianas, es que los derechos de una persona a que sus hijas no vean el símbolo por excelencia de la identidad cristiana de una cultura asumida por un país, está por encima del derecho de millones de personas que no ven inconveniente alguno en la presencia de dicho símbolo.

Hay alguna reflexión más de fondo sobre la sentencia, que dejo para el final. Pero, de momento, para poner de manifiesto la contradicción de la sentencia, supongamos ahora que el Tribunal, que depende del Consejo de Europa y cuyas sentencias sobre la protección de los derechos humanos sirven de pauta para los 47 Estados de firmantes de la convención, recibe una apelación firmada por un centenar de católicos reclamando los crucifijos. ¿Qué postura adoptarían los ilustres magistrados? ¿Valen más los derechos de una persona que los de cien?

Claro que si llevamos la suposición a su desideratum podríamos plantearnos todo un referéndum entre los padres que llevan a sus hijos a las escuelas públicas. ¿Por qué no? ¿Y si la mayoría de esos padres exige la presencia de los crucifijos porque, de lo contrario, sentirían vulnerados sus derechos a expresar sus convicciones cristianas?

Algún comentarista de los que albergan los periódicos agnósticos de nuestro país, reflexionaba estos días que la presencia de los crucifijos en la escuela pública “mal puede servir al pluralismo educativo, además de vulnerar el principio de neutralidad confesional del Estado y no respetar las convicciones religiosas y filosóficas de los pares y alumnos”. Esto significa, lisa y llanamente, que el “pluralismo” exige que el interés de una minoría se imponga a la mayoría y que la “neutralidad” del Estado supone proteger a una minoría frente a la mayoría que piense lo contrario... ¿Por qué no se aplica este principio tan “democrático” a las leyes que se debaten en el Parlamento como, por ejemplo, la ley del aborto, abominada por una parte de la sociedad?

Más aún: olvidemos la guerra de cifras sobre la manifestación a favor de la vida y la maternidad y vayamos al mismo Tribunal de Estrasburgo con una petición, firmada por una sola persona de las que asistieron al 17-O. ¿Sería escuchada su queja de que la ley del aborto vulnera el derecho a que se respeten sus convicciones filosóficas y religiosas? Claro que ya sabemos lo que este mismo Tribunal ha dictaminado: que no existe consenso sobre el origen de la vida y que, por lo tanto, corresponde a cada Estado definirlo, todo un aval para que un Gobierno como el de Zapatero, lo niegue...

Pero hay otras preguntas que hacerse sobre la insólita sentencia del Tribunal europeo aunque se venía venir dada la actitud anticristiana que están adoptando algunas instituciones internacionales. Por ejemplo, si el crucifijo hiere la vista de la señora mamá finlandesa de las niñas o de las propias escolares que van a una escuela italiana ¿por qué no miran a otra parte? ¿Proyectan los crucifijos algún rayo mortal para las delicadas conciencias de las niñas o de la mamá? Por supuesto, se puede llegar al absurdo de pedir al mismo tribunal que el país de origen de la mamá, Finlandia, retire la cruz de su bandera nacional o que deje de existir la “Cruz Roja” –también la “Media Luna Roja”, claro, para no discriminar...- y, por supuesto, que se prohíba la exhibición pública de las banderas de otros países donde haya cruces o medias lunas como símbolos de la cultura y la fe que dieron origen a las mismas.

En realidad, la pregunta más pertinente es la de qué hay detrás de la sentencia sobre los crucifijos. Proteger los derechos humanos de una persona está muy bien cuando esa persona sufre las consecuencias de leyes injustas. Pero resulta obvio que el símbolo cristiano de la cruz, asumido durante siglos por países que se han formado bajo el influjo del humanismo cristiano, no es fruto de una ley injusta sino de una costumbre que respeta el propio Estado aunque se declare laico, como es el caso de Italia. Lo que ocurre es que la corriente laicista –que no laical- propiciada por la paulatina deserción de los cristianos de la vida pública, trata de imponer desde el poder conquistado, sus propias ideas y hábitos que van contra la moral y la propia identidad cristiana de la sociedad europea. En este sentido, se hace urgente un profundo examen de conciencia de esa minoría/mayoría silenciosa que ha traicionado cobardemente a su propia identidad para que recupere la conciencia perdida.

No hay que echarle siempre la culpa al zapaterismo, como paladín de la cultura de la muerte y de la amoralidad pública, de la ofensiva del relativismo en España. Es la ausencia de los católicos de la vida pública y, acaso mucho peor, el acomodo que muchos han encontrado en la hipocresía y la corrupción, lo que está llevando a Europa a su decadencia moral. Pese a todo, ya hemos visto en el 17-O, que buena parte de esa sociedad adormecida empieza a despertar y que son decenas las asociaciones que han florecido para defender los derechos humanos y la ética en la política y las relaciones sociales... al tiempo que, curiosamente, se multiplican también las denuncias de los casos de corrupción.

Como subrayaba Benedicto XVI en su reciente encíclica social, el hombre sin Dios no sabe donde ir ni tampoco logra entender quien es. Por lo tanto, no se trata de rasgarse las vestiduras, ni de quitar crucifijos de las escuelas o de ponerlos más grandes: la “guerra” abierta por el Tribunal de Estrasburgo contra el símbolo de ese humanismo cristiano es la guerra que cada cristiano debe ganarse a sí mismo: ser o no ser, ese es el eterno problema.

viernes, 6 de noviembre de 2009

REACCIÓN DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA: LA CONDENA DEL CRUCIFIJO EN LA ESCUELA SUSCITA “PERPLEJIDAD”


CIUDAD DEL VATICANO, martes 3 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Con "amargura" y sobre todo con "perplejidad" ha recibido la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) la sentencia del Tribunal europeo de Derechos Humanos con la que ha condenado este martes a ese país por colocar crucifijos en las escuelas.

Un comunicado de prensa, emitido por la Oficina para las Comunicaciones Sociales de la CEI, basándose en una primera lectura de la sentencia, considera que en ella "se ha impuesto una visión parcial e ideológica".

El comunicado de prensa del episcopado italiano considera que esta sentencia "suscita amargura y muchas perplejidades".

"Ignora o descuida el múltiple significado del crucifijo, que no sólo es un símbolo religioso, sino también un signo cultural --añade la nota--. No tiene en cuenta el hecho de que, en realidad, en la experiencia italiana, la exposición del crucifijo en los lugares públicos está en armonía con el reconocimiento de los principios del catolicismo como parte del patrimonio histórico del pueblo italiano, confirmado por el Concordato de 1984", que regulas las relaciones Iglesia-Estado en ese país.

"De este modo, se corre el riesgo de separar artificialmente la identidad nacional de sus orígenes espirituales y culturales", aclara.

Según el episcopado, "no es ciertamente una expresión de laicidad, sino una degeneración en laicismo, la hostilidad contra toda forma de relevancia política y cultural de la religión".

Por su parte, el jurista Giuseppe Dalla Torre, rector de la universidad LUMSA de Roma, considera en declaraciones al servicio de información de la CEI, SIR, que el argumento del tribunal constituye un "razonamiento equivocado basado sobre un presupuesto: el crucifijo puede obligar a una profesión de fe. Sin embargo, el crucifijo es un símbolo pasivo, es decir, no obliga en conciencia a nadie".

martes, 3 de noviembre de 2009

LA UE DECLARA EL CRUCIFIJO "UNA VIOLACIÓN DE LA LIBERTAD RELIGIOSA" EN LAS AULAS

Roma. LA RAZÓN. 03.11.2009

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró hoy la presencia de los crucifijos en las aulas "una violación de los derechos de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones" y de "la libertad de religión de los alumnos". La sentencia responde al recurso presentado por Soile Lautsi, una ciudadana italiana de origen finlandés, que en 2002 había pedido al instituto estatal italiano en el que estudiaban sus dos hijos que quitara los crucifijos de las clases.

Después de numerosos intentos fallidos ante los tribunales italianos, la mujer decidió recurrir al Tribunal de Estrasburgo, que esta mañana le dio la razón y declaró la costumbre italiana de exponer un crucifijo en las aulas de las escuelas públicas una violación de los derechos fundamentales. Ahora, el Gobierno italiano deberá pagar a Lautsi una indemnización de 5.000 euros por los daños morales sufridos.

Además, se trata de la primera sentencia que el Tribunal, que depende del Consejo de Europa, emite en materia de exposición de símbolos religiosos en las aulas. Sin embargo, el Ejecutivo que dirige Silvio Berlusconi no parece dispuesto a bajar la cabeza en este asunto y ya ha anunciado que recurrirá la sentencia, según hizo saber el juez Nicola Lettieri, que defiende al país transalpino ante el Tribunal de Estrasburgo. Además, numerosos exponentes del Ejecutivo de centroderecha criticaron la sentencia, tales como la ministra de Educación, Mariastella Gelmini, quien aseguró que el crucifijo es un "símbolo" de la tradición y su exposición en las aulas no implica "adhesión al catolicismo".

El ministro de Políticas Agrícolas, Alimentarias y Forestales, Luca Zaia, fue más severo y aseguró que la decisión de los jueces europeos es "fingidamente democrática" y ofende a muchas personas, ya sean cristianas o no. "Quien ofende los sentimientos de los pueblos europeos nacidos del cristianismo es sin lugar a dudas la Corte de Estrasburgo. Sin identidad, no existen los pueblos y sin cristianismo no existiría Europa", aseguró Zaia, agregando que quienes han emitido la sentencia deberían "avergonzarse".

La izquierda italiana, también se opone a la sentencia.

El líder del principal partido de centroizquierda, Pier Luigi Bersani, también se mostró contrario a la decisión ya que "una antigua tradición como la del crucifijo no puede ser considerada ofensiva por nadie". Además, "en cuestiones tan delicadas como esta, algunas veces, el sentido común acaba siendo víctima del derecho", añadió.

Por parte de la Iglesia italiana habló el presidente de la comisión para el Ecumenismo y el Diálogo de la Conferencia Episcopa italiana (CEI), monseñor Vincenzo Paglia, quien calificó la sentencia de "irresponsable" y "miope". "Frente al vacío ético, moral que a menudo vemos en nuestros jóvenes, pensar que se les ayuda haciendo 'tabula rasa' con todo me parece verdaderamente miope", consideró en declaraciones a Radio Vaticana. A su juicio, detrás del crucifijo "hay una dimensión cultural y educativa que sería verdaderamente irresponsable intentar eliminar". Según el obispo, la concepción que ha llevado a los jueces de Estrasburgo a tomar esta decisión se basa en la idea de que "una cultura es libre sólo en la medida en que no tiene nada o tiene únicamente lo que queda desarraigado de toda historia, tradición y patrimonio". El crucifijo, en cambio, debe entenderse como el "recuerdo de lo que sucede al hombre cuando no se respeta la justicia", así como del "valor de la gratuidad" que demostró Jesucristo con su vida, esa "gratuidad de la que todos tenemos necesidad independientemente de la fe a la que pertenezcamos", agregó.


El Vaticano, "reflexionará antes de comentar"

El Vaticano, en cambio, prefirió mostrar una posición más cauta, y, por el momento, no ha querido comentar la noticia, al menos hasta que sean publicadas las motivaciones de la sentencia. "Creo que es necesario reflexionar antes de comentar", explicó el director de la sala de prensa del Vaticano, Federico Lombardi. Por su parte, el presidente del Consejo Pontificio de la Pastoral para los inmigrantes, monseñor Antonio Maria Vegli, tampoco quiso valorar la decisión de la Corte europea aunque admitió que estos temas le "molestan mucho".

En cambio, la Unión de Ateos y Agnósticos Racionalistas de Italia (UAAR), que fue la que impulsó el recurso ante el Tribunal de Derechos Humanos, sí expresó su satisfacción asegurando que se trata de "una victoria para el laicismo" del Estado italiano, según declaró su secretario general, Raffaele Carcano. "Hoy es un gran día para el laicismo italiano. Hemos tenido que recurrir a Europa para que nos dieran la razón, pero finalmente, el laicismo del Estado italiano, afirmada por todos con la palabra, se confirma en una sentencia histórica", aseguró.

PENA DE MUERTE A LOS NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN


Porque esto es lo que prácticamente se está realizando en nuestras sociedades avanzadas.

Hace unos días una señora me explicaba entusiasmada los grandes adelantos de la ciencia moderna, resaltando el hecho de que nacían cada vez menos niños con síndrome de Down. Le contesté que este triunfo no se debía a la ciencia sino a la maldad humana.

Que nazcan menos niños “síndrome de Down” no es consecuencia de una investigación científica que intente curar el gen dañado, sino de una selección -al estilo nazi- para desechar al niño “dañado”.

Las futuras madres saben perfectamente que la oferta de la amniocentesis está dentro de esta perspectiva eugenésica: ser madre sólo del que esté sano. Y poco a poco, la futura madre, que en sí misma debía encarnar un amor incondicional por el hijo, se va transformando en un ser que selecciona al hijo que quiere amar.

Los que están verdaderamente enfermos no son los niños con síndrome de Down sino la sociedad que los elimina.

El ser humano está próximo a ser engendrado por seres atroces y monstruosos a los que tendrá que llamar “padre” y “madre” sin merecerlo realmente.

Aquí os presento la noticia.


El síndrome de Down se hace invisible

ABC. 02.11.09 N. RAMÍREZ DE CASTRO MADRID

Ningún avance médico, ninguna medida de prevención ha logrado reducir la frecuencia del síndrome de Down. Todo lo contrario, esa malformación que altera la vida con un cromosoma de más en el par 21 es una enfermedad congénita al alza. El último número de la revista «British Medical Journal» publica un estudio que demuestra que el diagnóstico, lejos de disminuir, se ha disparado cuando se le informa de que su hijo tiene síndrome de Down.

En España no existe un estudio similar. Aunque las mismas cifras que se manejan en las dos últimas décadas en un 70%. Pero los casos no son visibles. El estudio admite que muy pocos llegan a nacer: 9 de cada 10 mujeres deciden interrumpir la gestación en el Reino Unido podrían servir «incluso aumentadas» para nuestro país, reconoce María Luisa Martínez-Frías, directora del Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas. Los datos que se manejan en este registro son sólo de nacimientos con problemas, no de diagnósticos.

En ese registro se acumula información desde 1976 y se puede ver cómo los alumbramientos de bebés con síndrome de Down permanecieron estables, en torno a los 14,78 casos por cada 10.000 nacimientos hasta 1985. Ese fue el año de la despenalización del aborto y de los primeros pasos del diagnóstico prenatal. Hoy la generalización de ecografías y amniocentesis apenas dejan duda a las gestantes.

Si sirve como muestra lo que ocurre en una comunidad autónoma, basta con ver los datos de Asturias. La revista «Medicina Clínica» publicaba hace unos meses un estudio donde confirma que el 96 por ciento de las parejas aborta cuando le informan que su hijo puede padecer esta alteración cromosómica.

domingo, 1 de noviembre de 2009

ACTO DE AMOR A DIOS DEL SANTO CURA DE ARS



Te amo, oh Dios mío. Mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida.

Te amo, oh Dios infinitamente amoroso, y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh Dios mío, y tan solo deseo ir al Cielo para tener la felicidad de amarte perfectamente.

Te amo, oh Dios mío, y mi solo temor es ir al infierno porque allí nunca tendría la dulce consolación de tu amor.

Oh Dios mío, si mi lengua no puede decirte a cada instante que te amo, por lo menos quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro.

Dame la gracia de sufrir mientas te amo, y de amarte mientras sufro, y de expirar un día amándote y sintiendo que te amo. Te suplico que más cerca esté de mi hora final, aumentes y perfecciones mi amor por Ti. Amén.