viernes, 18 de noviembre de 2011

SEGUNDO VIAJE DE BENEDICTO XVI A AFRICA.

El Papa ya está en Benín. Hace unos días se le hizo esta entrevista a Janvier Mahougnon Gbenou donde nos muestra elementos importantes del país que Benedicto XVI está visitando

OpusDei.es/ 02.11.2011

Janvier Mahougnon Gbenou tiene 31 años y es de Benín. El próximo 5 de noviembre se ordenará diácono con otros 34 miembros del Opus Dei. Su país, cuna del Vudú donde florece el cristianismo, recibirá a Benedicto XVI.

¿Cómo ves el próximo viaje de Benedicto XVI a tu país?
¡Va a dar muchos frutos, como todos sus viajes anteriores! Tanto en África como en Europa o en América el Papa ha sido siempre bien recibido a pesar de que algunos se empeñen en hacer críticas.

Benín es conocido como la cuna del Vudú. ¿Tiene la fe cristiana muchas dificultades para enraizarse en la cultura africana a causa de las religiones ancestrales?
Pienso que no. Hay muchos católicos en África que viven su fe al 100%, y a veces de manera heroica. En mi familia, por ejemplo, nos hicimos católicos gracias a mi abuelo. Él era polígamo, se convirtió, despidió a las otras mujeres y se quedó con mi abuela. También se convirtió su hermano menor y cuando este falleció, mi abuelo se opuso a los parientes que querían hacerle funerales tradicionales. Los funerales tenían que ser católicos y así fue. Pero, poco después, mi abuelo fue envenenado y murió. Mi padre no pudo conocerle porque falleció antes de que él naciera. Pero cuando nació le bautizaron y actualmente todo nuestro pueblo es católico.

Pero sigue habiendo católicos que continúan con algunas prácticas de las religiones tradicionales…
Sí, es verdad, y pienso que uno de los mensajes del Papa será llamarles a vivir con coherencia su fe. Mi padre y mi madre, por ejemplo, aunque bautizados católicos, seguían participando en algunos ritos tradicionales cuando nos trasladamos a Costa de Marfil.
Me contó mi padre que un día del año 89, yo le pregunté: «Papa, ¿por qué vamos al ‘Tron-alafia’ si somos católicos?» Más tarde, recordé que en ese año yo me estaba preparando para mi primera comunión y había salido este tema en una de nuestras clases. Mi padre no tenía respuesta y esto le llevó a pensar. Un año después, gracias a Dios, él y mi madre se casaron por la Iglesia católica y nunca más volvimos al Tron-alafia. Así que yo pienso que es una cuestión de formación, paciencia y gracia de Dios.

El continente africano está golpeado por muchas calamidades. Por ejemplo, la guerra en Costa de Marfil, la hambruna en Somalia, etc. ¿Piensas que África tiene todavía razones para la esperanza?
Me acuerdo de la película Tears of sun, de Bruce Willis, sobre las violencias tribales en África. Este actor decía: «Dios se ha ido de África». Y, a veces, frente a las desgracias y a las calamidades, no solo en África sino en cualquier parte del mundo, se oye decir: «Dios tiene la culpa. Si es tan bueno, ¿por qué deja que pasen estas cosas?»
¿En verdad se ha ido Dios de África? A mí me parece que, en realidad, el verdadero responsable de las peores calamidades humanas es el hombre mismo y la maldad de su corazón, el pecado. Por eso, cualquier solución de desarrollo del hombre debería empezar por curar el corazón humano. Benedicto XVI dijo que «la caridad en la verdad es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad». Y eso en África se entiende como en ningún otro sitio.
La solución de los problemas de África no pueden ser medidas contra la dignidad humana, por ejemplo la promoción del aborto, como propone el Protocolo de Maputo. La solución pasa por la educación, por el regreso de los “cerebros”, por el trabajo, la reconciliación... Es lo que nuestros hermanos africanos enfermos de sida, de paludismo, de tuberculosis o que sufren la pobreza o la guerra esperan de nosotros.

¿Y qué podrían aportar las distintas tradiciones y culturas africanas?
Las culturas y tradiciones africanas fomentan muchas virtudes, y las virtudes nos ayudan a todos a ser un poco mejores. Hay unas palabras de Nelson Mandela que siempre me han impresionado. Escribió una carta a Winnie Mandela desde la cárcel, el 1 de febrero de 1975, en la que decía: «La honradez, la sinceridad, la sencillez, la humildad, la generosidad sin esperar nada a cambio, la falta de vanidad, la buena disposición a ayudar al prójimo (cualidades muy al alcance de todo ser) son la base de la vida espiritual de una persona».
Es decir, no podemos ser todos ricos, famosos tampoco, pero virtuosos sí. Decía León XIII: «La virtud es patrimonio común de todos los mortales, asequible por igual a altos y bajos, a ricos y pobres». Por eso, si hay hombres virtuosos, habrá una sociedad virtuosa. Y unido a la gracia de Dios, esto nos hace santos.

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